miércoles, 29 de abril de 2015

CESACIONISMO UNA MIRADA BIBLICA


¿Están realmente inspiradas por el Espíritu Santo las profecías y eventos  carismáticos de hoy en día, o los dones han cesado? ¿Verdaderamente hablan en algun idioma  las personas? ¿Se puede probar el cesacionismo? Aquí analizaremos lo que la Palabra de Dios revela.
¿Enseña la Biblia de manera definitiva que los dones carismáticos han cesado? ¿Puede el cesacionismo (la opinión que sostiene que los dones de revelación y de señales han cesado) ser demostrado?
Algunos dicen que el cesacionismo (la cesación de los dones) no puede ser absolutamente demostrado basándose en la Palabra de Dios. Creemos, sin embargo, que la cesación de los dones de revelación y señales (que estaban presentes en los tiempos apostólicos) se enseña claramente en la Palabra de Dios, y de hecho tan claramente que opiniones contrarias al respecto solo han surgido de forma seria alrededor de los últimos cien años.
El término cesacionismo procede de las grandes confesiones de fe del siglo XVII, como la de Westminster esta confesione de fe usa la misma palabra.

Al hablar de cómo Dios ha revelado su voluntad y ha permitido que quedase registrara en las Escrituras, las confesiones dicen: “… las Santas Escrituras [son] muy necesarias, habiendo cesado ya las maneras anteriores por las cuales Dios revelaba su voluntad a su pueblo”. La palabra “cesación” no viene de la Biblia, pero la doctrina sí.
No solo la revelación está completa y ha cesado, sino que también han cesado las señales que avalaban que la revelación está en progreso. He aquí un corto resumen de seis pruebas bíblicas que nos muestran que los dones de revelación han cesado (las visiones, las palabras de ciencia, las palabras de sabiduría y las profecías) al igual que los dones de señales (las sanaciones y el hablar en lenguas). Dios aún sana, por supuesto, pero en respuesta a la oración, y no a través de las manos de algún supuesto sanador.
El pasaje controversial de 1 Corintios 13:8-10 no será usado en este artículo para probar la cesación de estos dones. Solo nos referiremos a los pasajes que consideramos irrefutables.

1. No ocurren desde los tiempos de los apóstoles

La primera prueba del cesacionismo (la terminación de los dones de revelación y de señales) es que las sanaciones y prodigios solo podían ser hechas por los apóstoles, y que estas eran señales especiales que les autentificaban como apóstoles. En 2 Corintios 12:12 Pablo dice:“Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”.
Hubo algunas personas en la iglesia de Corintio que desafiaron la validez del apostolado de Pablo. Para defenderse, Pablo les pide que miren su don de sanación y de otras señales milagrosas que fueron hechas entre ellos, afirmando que solo los apóstoles podían ejecutar tales cosas.
El libro de Hechos afirma de manera específica que las sanaciones y otros prodigios eran exclusivos de los apóstoles, quienes obviamente ya no existen.
Un apóstol era alguien que había acompañado al Señor Jesucristo, que lo había visto después de su resurrección y quien había sido personalmente nombrado por Él. Como testigo especial de la resurrección, se le otorgó el poder de sanar. Él también era alguien a quien el Espíritu Santo le mostraría “toda la verdad” (Juan 14:26 y 16:13) y quien escribiría los escritos inspirados o los ratificaría.
        Los creyentes necesitaban saber quiénes eran los verdaderos apóstoles, para así respetar su autoridad especial y única. Ellos los reconocerían por sus sanaciones y otras señales. Las personas que no pertenecían al grupo de los apóstoles (el cual incluía dos ayudantes designados) no podían hacer estas señales. Si ellos las hubiesen podido hacer, entonces nadie habría podido tener la certeza de quiénes eran los verdaderos apóstoles.
En Hechos 2:43 y 5:12 se vuelve a dejar claro una vez más que los milagros eran realizados por “las manos de los apóstoles”. Esta eran señales exclusivas de los apóstoles. También, en Hebreos 2:3-4 los dones de sanación estaban firmemente vinculados a los apóstoles.
Pablo era un apóstol debido a que vio al Señor resucitado y a que fue directamente nombrado por Él. El hecho de que no recibió entrenamiento directo de parte de Cristo, fue compensado al recibir revelaciones únicas y especiales. Pablo aclara en 1 Corintios 15:8 que a él, “al último de todos, y como a un abortivo, me apareció”, indicando que él fue el único apóstol fuera del grupo original y que, por lo tanto, era el último. (Las personas que hoy en día dicen ser apóstoles no cumplen con los requisitos y sus afirmaciones son inapropiadas y erróneas).
Cuando algunas personas dicen que la cesación de los dones de los apóstoles no puede ser probada basándose en las Escrituras, se les olvida que el libro de Hechos afirma de manera específica que las sanaciones y otros prodigios eran exclusivos de los apóstoles, quienes obviamente ya no existen.
Cuando las iglesias habían crecido y se habían multiplicado, Pedro fue a Lida y luego a Jope, donde notablemente sanó a Eneas y levantó a Dorcas de entre los muertos. Comunidades enteras se quedaron asombradas porque ninguno de los otros creyentes en dichos lugares podía hacer tales cosas.
Cuando un joven se cayó de una ventana en Troas, solo había una persona allí que lo podía resucitar; ese era Pablo. La idea carismática de que numerosos cristianos realizaban sanaciones no se puede encontrar en el Nuevo Testamento. Se narra que solo los apóstoles sanaban, incluyendo a dos ayudantes o delegados apostólicos, Esteban y Felipe, y probablemente Bernabé.
La única ocasión en la cual alguien fuera del grupo mencionado anteriormente ejecutó una sanación fue cuando el Señor le ordenó a Ananías que sanase a Pablo. No hay ninguna otra sanación aparte de estas en la Iglesia primitiva. Las ideas pentecostales y carismáticas que argumentan que los cristianos constantemente y de manera indiscriminada llevaban a cabo sanaciones simplemente no se enseñan en la Biblia. De ahí que el registro infalible de las Escrituras muestre que el punto de vista carismático de la sanación es un error basado en un mito. El registro bíblico prueba que las sanaciones y obras poderosas estaban restringidas a un grupo de personas quienes ya, por supuesto, han dejado de existir. 

2. El propósito temporal de las lenguas

La segunda prueba de que el cesacionismo puede ser probado basándose en la Biblia (los dones de señales han cesado) hace referencia al don de hablar en lenguas. La Biblia declara que Dios dio el hablar en lenguas específicamente como una señal para los judíos, lo cual les señalaba que la era del Mesías había llegado.
En 1 Corintios 14:21-22 Pablo dice: “En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos”.
En otras palabras, el don de hablar en lenguas fue una prueba milagrosa, para los judíos que se resistían a creer en Cristo, de que una nueva era y orden en la Iglesia había llegado. El don no fue para el beneficio de los judíos que habían creído sino que fue una advertencia y una promesa para aquellos que no creían. No era una señal y advertencia para los gentiles sino para los judíos.  
Pablo citó porciones de Isaías 28:11, un capítulo en el cual Isaías profetiza la venida de Cristo. Como una señal para los judíos, Isaías dice que  aquellos de lengua tartamuda y de lengua extraña hablarían a los judíos. Los idiomas de los gentiles les retarían, algo sumamente humillante para el pueblo judío. Al mismo tiempo, era una señal de que la era Mesiánica traería a los gentiles dentro de la Iglesia, y que el Evangelio sería predicado en otros idiomas.
Esta sería una señal de la nueva era o época cuando Dios bajaría la bandera de la Iglesia judía y subiría la de la Iglesia judío-gentil de Jesucristo. Los judíos incrédulos que resistían a Cristo y se aferraban a los vestidos de Moisés tendrían la Palabra de Dios predicada a ellos en idiomas bárbaros o gentiles. 
Todo esto se cumplió, comenzando en el día de Pentecostés. A los judíos se les llamó y advirtió debidamente, pero las lenguas no se mencionan fuera de los Hechos de los Apóstoles y de 1 Corintios 12:14, lo que muestra que habían logrado su propósito de advertir a los judíos de que la nueva era o época había llegado.
La anunciación de la era de la Iglesia se logró mientras los apóstoles vivieron, y la señal ha sido retirada. Lo que hoy se conoce como hablar en lenguas no es llevado a cabo en presencia de judíos incrédulos, y no tiene nada que ver con la señal bíblica del Nuevo Testamento. La señal de que la era de la Iglesia había llegado cumplió su propósito y ha sido sobrepasada por la realidad.
El evangelio ahora se predica prácticamente en todos los idiomas del mundo, y la señal de que esto sucedería hace mucho que desapareció. El propósito del hablar en lenguas (de acuerdo con las enseñanzas de Pablo) fue cumplido en los tiempos apostólicos, lo que prueba su cesación desde aquel entonces.

3. Las lenguas eran idiomas reales

La tercera prueba del cesacionismo se suma a la segunda, y es esta: El don de hablar en idiomas reales fue dado en el día de Pentecostés (y por un breve periodo de tiempo después de eso), y nunca se ha visto desde entonces. Debería sernos obvio que los idiomas milagrosos del libro de Hechos y de 1 Corintios nunca han ocurrido desde aquellos días.
El hablar en lenguas de la actualidad no trata ningún idioma humano conocido sino que, por el contrario, se trata solo de repeticiones incoherentes y sin sentido. Nada milagroso sucede. En los tiempos del Nuevo Testamento, la persona que hablaba en lenguas recibía del Espíritu Santo la habilidad para hablar en un idioma real que no había aprendido antes, y personas que habían crecido con tal persona se  quedaban maravilladas y sorprendidas al presenciar tal cosa.
        Los judíos estarían presentes (pues era una señal específica para ellos). En el día de Pentecostés muchos judíos que vivían en tierras extranjeras escuchaban cómo otros que no hablaban sus idiomas ahora lo hacían y dichos judíos corroboraban la veracidad de quienes hablaban. Después de Pentecostés, el Espíritu Santo daría el don milagroso del entendimiento a intérpretes, de forma que siempre se pudiese corroborar la autenticidad del idioma hablado.  No se ha visto cosa similar desde los tiempos de la Biblia.
Quienes en la actualidad defienden el hablar en lenguas, siempre señalan 1 Corintios 13:1 donde Pablo, hablando hipotéticamente, dice que aun si el hablase lenguas angélicas, pero sin amor, no contaría para nada. Desesperados por encontrar un texto, los maestros carismáticos toman las palabras de Pablo como justificación para lenguas extáticas y no lingüísticas, pero es claro para cualquier persona que piense, que este es un uso terriblemente incorrecto del versículo.  
Al describir idiomas reales, la Biblia, en efecto, nos advierte que estos dones han sido retirados. Estos simplemente no han ocurrido en ningún momento de la historia, en ninguna parte del mundo, desde los tiempos de los primeros días de la Iglesia. Lo que sucede hoy es que las personas (quienes pueden ser cristianos sinceros) en su deseo de hacer lo que sus líderes insisten es correcto, buscan “hablar” fuera de las normas del lenguaje. Sin embargo, ni hablan un  idioma real ni entienden lo que están diciendo.
El cesacionismo es algo que se enseña claramente en las Escrituras en virtud de la descripción precisa que la Escritura hace acerca de los  idiomas reales, la cual no se puede aplicar a nada de lo que ha sucedido desde entonces.[1]
Desde los tiempos de la Biblia hemos presenciado los gloriosos eventos de reformación, al igual que poderosos avivamientos cuando al Espíritu de Dios le ha placido obrar con poder excepcional. A pesar de esto, no se ha reportado o registrado ni siquiera un caso de alguien que clame tener la habilidad de hablar en un idioma real que nunca haya aprendido. Esta es una prueba certera de que el genuino don bíblico de lenguas ha cesado.

4. No existen instrucciones para el nombramiento de profetas

La cuarta prueba de la cesación del don de la revelación y de señales es esta: en el Nuevo Testamento no existen instrucciones para el nombramiento de apóstoles, profetas, sanadores o de ningún otro oficio por el estilo. Esto es algo de tremenda importancia porque Dios ha establecido un patrón detallado para la Iglesia en el Nuevo Testamento. Es cierto que algunos cristianos no creen que la Biblia provea los planos o el modelo a seguir para la iglesia, pero la mayoría de personas quienes poseen creencias bíblicas bautistas sí lo creen.
El apóstol Pablo nos manda repetidamente a ser los más cuidadosos imitadores suyos en el sistema de gobierno de la iglesia y en conducta, y las epístolas pastorales establecen cómo deberíamos comportarnos y trabajar en la iglesia de Dios. Se nos es dado un modelo preciso para la iglesia en todo tiempo.
Desobedecemos el patrón perfecto de Dios si llevamos a cabo nombramientos  en la iglesia que no han sido prescritos o mandados
Tenemos instrucciones que con sumo cuidado indican cómo seleccionar predicadores, ancianos y diáconos, pero no existen instrucciones para el nombramiento de apóstoles (porque estos oficios no habrían de perpetuarse) o de cómo reconocer o acreditar a un profeta (porque los dones de revelación cesaron cuando la Biblia fue completada). Tampoco existen instrucciones para el nombramiento de sanadores.   
Este no es simplemente un argumento basado en la falta de instrucciones al respecto, sino una prueba firme de que estos oficios y funciones no habrían de continuar. Las instrucciones para todos los asuntos pertinentes a la organización de la iglesia han sido detalladas y están completas, y son suficientes y autoritativas para la iglesia hasta que Cristo venga de nuevo. Si llevamos a cabo nombramientos en la iglesia que no han sido prescritos o mandados, estamos desobedeciendo el patrón perfecto de Dios. Estamos desobedeciendo la Escritura.
¿Cómo se puede decir que no hay pruebas certeras en las Escrituras para probar que los dones han cesado, cuando el modelo para la iglesia no provee instrucciones para la continuación de portavoces inspirados hacedores de señales? Esta es una prueba contundente del cesacionismo, a menos que no creamos en la suficiencia de las Escrituras y no creamos que Dios ha provisto un modelo para su iglesia.

5. La revelación ha sido completada

La quinta prueba del cesacionismo es que la Biblia claramente enseña que la revelación está ahora terminada. No puede haber nuevas revelaciones después del tiempo de los apóstoles. Ya hemos señalado que en Juan 14:26 y en Juan 16:13 el Señor Jesucristo les dice dos veces a sus discípulos que el Espíritu Santo, cuando venga, los guiará a toda verdad.
Los apóstoles serían los autores de los libros del Nuevo Testamento y quienes autentificarían los libros inspirados del Nuevo Testamento que no fuesen escritos por ellos. Toda la verdad sería revelada, y después de la era apostólica no habría más revelación de las Escrituras. La Palabra estaría finalizada.
¡Cuán gozosos estamos debido a esto! En qué estado estaríamos si personas pudieran surgir aquí y allá (como sucede en el mundo carismático) dándonos nuevas revelaciones. ¿Quién podría saber lo que es correcto y lo que es verdad? Pero la Escritura es el estándar de medida para todo, y ya está finalizada, y completa, y es perfecta, suficiente y confiable.
Judas pudo hablar acerca de la fe que “ha sido una vez dada a los santos”. Su epístola posiblemente fue escrita veinticinco años antes del último libro de la Biblia, pero lo suficientemente “tarde” para afirmar que todas las doctrinas principales e instrucciones para la iglesia habían sido reveladas. En esta etapa avanzada de la revelación, Judas habla de la fe que ha sido una vez dada, o mejor dicho, que de una vez por todas ha sido dada. Esta ha sido prácticamente finalizada; pronto (desde la perspectiva de Judas) no habrá más revelación. 
Los versículos finales de la Biblia advierten que nada puede ser añadido o sustraído de las palabras del libro de Apocalipsis, pero esto ciertamente aplica a la Biblia entera, no solo al último libro. Lo sabemos porque esta advertencia refleja la advertencia dada por Moisés en el primer libro de la Biblia (los primeros cinco libros fueron originalmente uno), es decir, Deuteronomio 4:2: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno” (Palabras que Moisés repitió en Deuteronomio 12:32).
La finalización de la revelación también se prueba por el hecho de que los apóstoles y los profetas son descritos como la etapa fundacional de la Iglesia.
En Efesios 2:20 la Iglesia es descrita como que está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas [es decir, los profetas del Nuevo Testamento] siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. Un fundamento es algo completo y estable, mientras que el edificio continúa siendo construido.
¿Qué hay acerca de la profecía de Joel, que Pedro cita en el día de Pentecostés, que decía que cuando el Espíritu fuese derramado, todos los creyentes, hombres, mujeres, viejos y jóvenes profetizarían? ¿No está implícito que esto continuaría literalmente hasta el regreso del Señor? No, porque la manera de entender esta profecía debe estar de acuerdo con la irrefutable enseñanza de la Biblia de que pronto la revelación sería completada, y entonces, habiendo ya sido completada, la revelación cesaría.
Es esta revelación completada (particularmente el Evangelio) la que será testigo a los creyentes de todas las épocas, hombres y mujeres, alrededor del mundo hasta el final. Los creyentes continuarán viendo visiones y soñando sueños en este sentido: ellos adoptarán, meditarán y proclamarán las infalibles “visiones y sueños” dados a ellos en la Biblia. No “profetizarían” en el sentido de recibir una nueva revelación. Ellos también soñarán sueños acerca de los planes y conquistas del Evangelio. En este sentido, la profecía de Joel está aún siendo cumplida.
Las extraordinarias manifestaciones como el hablar en lenguas claramente se habían desvanecido para el tiempo en el cual Pedro escribió sus dos epístolas, pues no sugiere en absoluto que esas señales de los primeros tiempos de la Iglesia continuaban aún ocurriendo.
Ya que la revelación fue completada en el tiempo de los apóstoles, podemos ver que la tarea de los apóstoles y profetas se acabó. Y si los dones de revelación han terminado, entonces han terminado también las señales que autentificaban a los autores inspirados. Recordemos lo que Pablo dijo en 2 Corintios 12:12: “Entre vosotros se operaron las señales de un verdadero apóstol […] por medio de señales, prodigios, y milagros” (LBLA).
¿Cómo puede decirse entonces que no hay pruebas bíblicas del cesacionismo cuando la Escritura afirma enfáticamente que la revelación ha sido completada, como un fundamento en el comienzo de la era de la Iglesia?

6. Las Escrituras testifican acerca del final de los dones

La sexta prueba acerca del final del cesacionismo es esta: las Escrituras muestran que estos dones estaban en el proceso de ser retirados en ese tiempo específico. Pablo, por ejemplo, quien poseía poder apostólico para ejecutar señales y prodigios y obras poderosas, no pudo, en el transcurso del tiempo, sanar a Timoteo o a Trófimo o a Epafrodito.
Podemos ver también la retirada de los dones de sanación en el libro de Santiago (que según entendemos escribió Jacobo el medio hermano del Señor) capítulo 5, donde se dan instrucciones específicas acerca de orar por los enfermos, y de cómo los ancianos pondrían sus manos sobre los que estaban postrados en cama. Es obvio en este pasaje que no se tiene en mente a sanadores talentosos, sino solo a ancianos de la iglesia que oran.
La palabra unción es mencionada, pero el término griego que denotaba la unción religiosa no es usado aquí. El griego usa una palabra muy práctica que significa “frotar” con aceite, como a manera de alivio para las úlceras ocasionadas por estar postrado en cama. Lo que Jacobo en realidad afirma es algo como esto: “Cuidado con que tu mente sea tan celestial que no seas de uso terrenal, sino que presta alivio físico a aquellas personas que sufren”.
     
Podemos, y debemos, orar por la sanidad de quienes están enfermos, pero puede ser que la voluntad de Dios sea que un enfermo testifique de la gracia de Dios en su enfermedad
Lo que más importa es la oración. Es cierto que teniendo en cuenta las instrucciones de Jacobo, ningún “talentoso sanador” es traído a casa del enfermo para dar la “orden” de ser sanados o para darle al enfermo “un toque sanador”. La imposición de manos de los ancianos es un acto simbólico, que comunica el amor de la iglesia, su cuidado y responsabilidad.      
El pasaje en Santiago contiene cuatro exhortaciones para orar y es una continuación de su enseñanza acerca de lo que debemos decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Podemos, y debemos, orar por la sanidad de quienes están enfermos, pero puede ser que la voluntad de Dios sea que un enfermo testifique de la gracia de Dios en su enfermedad.
El punto principal para nosotros en este artículo es que nadie posee un poder especial para sanar en Santiago 5. La sanación es hecha por Dios en respuesta a oraciones. Se puede ver que la actitud continua de la iglesia es la de orar por sanación, recordando que algunos son llamados a vivir “como ejemplo de aflicción y de paciencia” (Santiago 5:10).
El hecho de que Jacobo no mencione los dones de sanación muestra de manera inequívoca que el don de sanación fue retirado bastante pronto durante el curso de la era apostólica.
¿Asumiría un lector neutral de la Biblia que los dones serían para todos los tiempos?
Se ha sugerido que si un nuevo convertido, sin experiencia alguna en lo que respecta a la vida como parte de una iglesia, fuese encerrado en una habitación solo con su Biblia, nunca se le ocurriría que los dones carismáticos hubiesen cesado. Lo contrario es cierto. Hay mucha gente (nosotros conocemos varios) que habiendo tenido otra otras religiones, han sido convertidos a Cristo a través de la lectura privada de las Escrituras, y subsecuentemente han encontrado una iglesia. A partir exclusivamente de la lectura de la Biblia no han recibido ningún tipo de expectativa acerca de los dones carismáticos. De manera más frecuente —y esto incrementa con el paso del tiempo— los creyentes abandonan las iglesias carismáticas habiendo entendido claramente que lo que ocurre allí no es lo que ellos leen en la Biblia.
Al leer de manera cuidadosa el libro de Hechos, descubren que solo el grupo apostólico sanaba y sienten que han sido engañados por la noción carismática y pentecostal de que numerosas personas lo hacían.
Algunos se preguntan cuál era el significado o propósito original del hablar en lenguas y cuando aprenden de Pablo que era una señal específica para los judíos, sienten una vez más que han sido engañados por sus maestros.
Igualmente, sienten que han sido instruidos de manera equivocada cuando llega a ser evidente para ellos que las “lenguas” fueron idiomas reales, algo infinitamente más milagroso que simples sonidos incomprensibles y desarticulados.    
Entonces, tan pronto como los creyentes entienden la importancia del modelo bíblico para la iglesia, a veces la siguiente pregunta surge en sus mentes: “¿Dónde están las instrucciones en la Biblia para el nombramiento de apóstoles, profetas y sanadores hoy en día?”. Se dan cuenta de que no hay ninguna en absoluto y se vuelven aún más críticos de las falsas enseñanzas que han recibido.
Entonces la pregunta acerca de la autoridad y suficiencia de la Escritura irrumpe y piensan: “¿Acaso la revelación de la Palabra de Dios no ha sido finalizada? ¿Cómo pues, las profecías modernas pueden ser válidas e inspiradas?”. Es obvio para ellos que todas las profecías “autoritativas” que ellos han escuchado son simplemente un gran error y engaño.
Muchos creyentes pensantes entienden por ellos mismos que para las personas carismáticas, las Escrituras ocupan un segundo lugar después de la imaginación humana y las experiencias misteriosas.
Finalmente, cuanto más estudian la Palabra de Dios, más ven la evidencia de que las señales desaparecieron poco después de su espectacular inicio.   
Nada de esto significa que el Señor no inste a su pueblo a recordar deberes o verdades, o a hacer ciertas cosas, o que no les advierta de peligros inminentes. Estas son intimaciones divinas, no revelaciones o dones.
En la historia de la Iglesia, se han registrado ocasiones en las que algunas personas han tenido intimación de parte de Dios acerca de situaciones o personas peligrosas, pero nunca fueron revelaciones de doctrinas. Encontramos tales ocasiones en tiempos de grave persecución. Por ejemplo, antes de la caída de la antigua Unión Soviética, hemos escuchado relatos fidedignos donde siervos clave de Dios fueron maravillosamente librados de arrestos porque el Señor había fijado en ellos una firme convicción de no ir a cierto lugar en particular. Se descubrió tiempo más tarde que la policía KGB había tendido una trampa para ellos. Sin embargo, a ninguno de los que recibió tal intimación se le otorgó un don constante, y menos aún una revelación autoritativa de verdad doctrinal. Dios puede hacer toda clase de cosas para librar y bendecir a su pueblo, pero esto no implica que los dones apostólicos o proféticos estén siendo otorgados a ninguna persona.
El daño que la enseñanza carismática ha causado

Lo peor es que todos sabemos que una mentira repetida muchas veses compite con la verdad por que empieza a trasnformarce en verdad
Muchos carismáticos han comenzado a notar la enorme diferencia entre la Biblia y lo que se les ha enseñado. Las personas con tales dudas a menudo se preocupan por el hecho de que un elevado número de católicos que dependen de María, que van a misa y practican las buenas obras para alcanzar la salvación también pueden hablar en lenguas y profetizar. Muchos católicos adoran exactamente de la misma manera en la que lo hacen los protestantes carismáticos.
Los carismáticos que comienzan a dudar  también llegan a escuchar que en sectas no cristianas también se habla en lenguas. Usted no necesita ser un cristiano salvo para hablar en lenguas al estilo carismático, porque estas no son un verdadero don del Espíritu.
Hay muchos cristianos sinceros en el movimiento carismático, pero aseveramos que el intentar restablecer el don de señales y de revelación es un error con consecuencias extremadamente dañinas. Podemos ver el daño cuando vemos la aparición de inmensas secciones del movimiento en el que el Evangelio prácticamente ha desaparecido al ser enterrado bajo extravagancias no bíblicas.  
En la actualidad existen grupos carismáticos grandes que niegan la sustitución penal de Cristo, e incluso algunos niegan la Trinidad. (Uno de los más famosos predicadores y escritores de carácter carismático niega la doctrina de la Trinidad).
La música de entretenimiento de estilo mundano domina las iglesias carismáticas, aun la música más extrema y de carácter totalmente impío. Las artimañas teatrales de la mayoría de los líderes carismáticos, que lo único que quieren es dinero, pueden ser vistas en cualquier momento en los canales religiosos de la televisión, y, al parecer, la herejía del “evangelio de la prosperidad” está en todas partes. Numerosos charlatanes y bribones han logrado cautivar a un gran número de seguidores llevando a cabo supuestas “sanaciones” en lugares alrededor del mundo.  Aún más, técnicas de adivinación del teatro de variedades se presentan como prodigios espirituales en iglesias que una vez fueron respetables.
La poderosa corriente que constantemente aleja la “circunscripción” carismática más y más de la Biblia, es evidencia de un error serio y fundamental, es decir, la idea de que los dones de señales y de revelación son válidos para todo los tiempos. El experimentarlos implica un doble error: primeramente reducir los dones a algo no milagroso (por ejemplo, convertir idiomas reales en palabrerías de tipo no lingüístico) y, en segundo lugar, menoscabar las Escrituras, que ahora se tendrían que rendir ante experiencias imaginarias de sueños, visiones, “palabras del Señor” y revelaciones similares. También se hace daño a cristianos cuya fe es desviada de Cristo y su Palabra, a fenómenos y sensaciones.
      Sinceramente oramos para que Dios libre a quienes son sus verdaderos hijos del creciente daño causado por el descabellado error de abandonar las Escrituras. Es perfectamente posible probar que el cesacionismo es una verdad bíblica.

Referencia
Las personas que falsamente hablan en lenguas hoy en día ni siquiera intentan seguir las reglas bíblicas para el ejercicio de tal don de aquellos días: que no más de dos o tres personas podían hablar al mismo tiempo en un servicio (1 Corintios 14:27).
  Dr. Peter Masters

jueves, 16 de abril de 2015

Por qué Bautizamos a los Infantes

John Murray (1898-1975)

El bautismo es una de las ordenanzas del Nuevo Testamento que llamamos sacramentos. El bautismo se administra en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. El bautismo “en el nombre de” significa “en unión con” o “en el discipulado de”. El bautismo en el nombre del Dios trino significa el bautismo en sujeción y devoción al único Dios vivo y verdadero. Significa que la marca del Dios trino se coloca sobre los recipientes del mismo.
La colocación de la marca de Dios sobre nosotros en el bautismo no significa, sin embargo, que sea la autenticación o sello de una posesión por parte de Dios o del discipulado por nuestra parte, lo cual es naturalmente e innatamente un hecho. Es verdad que hay una propiedad natural de parte de Dios y una devoción inalienable que nosotros sus criaturas le debemos él. Pero el bautismo no es la marca de una propiedad que es inherente y propiamente de Dios ni de la devoción por nuestra parte de que naturalmente le pertenecemos. Es la marca de una posesión que es constituida, y de una devoción que es creada, por la acción y relación redentivas. En otras palabras, es la marca del Pacto de Gracia. En él, y portándolo, profesamos renunciar a cualquier otro señorío excepto del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo en todas las múltiples relaciones que llegamos a tener con cada Persona en los términos del Pacto de Gracia.
Más específicamente, el bautismo significa el lavamiento o purificación, lavamiento de la inmundicia o corrupción del pecado por medio de la regeneración del Espíritu Santo, y el lavamiento de la culpa del pecado por el rociamiento de la sangre de Jesucristo. Manifiestamente, es solamente en y a través de Cristo y su obra que estas bendiciones pueden ser disfrutadas. La unión con Cristo, por lo tanto, es el lazo que nos une en la participación de estas bendiciones. Nuestro Catecismo Menor nos da una definición muy sucinta y comprehensiva cuando dice que “El Bautismo es un sacramento, en el cual, el lavamiento con agua, en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, significa y sella nuestra unión con Cristo, nuestra participación en los beneficios de la alianza de gracia y nuestro comprometimiento de ser del Señor” (P/R 94).
Creemos que la Escritura garantiza la dispensación de esta ordenanza del bautismo a los infantes. Así como los infantes eran circuncidados en el Antiguo Testamento—y la circuncisión significaba fundamentalmente lo mismo que el bautismo, a saber, la remoción de la suciedad del pecado y la imputación de la justicia que es por la fe—de este modo, los niños que permanecen en una relación similar del pacto con Dios deben ser bautizados bajo el Nuevo Testamento. Puede que preguntemos, ¿qué significa precisamente esto?
Significa que los hijos, incluso los infantes recién nacidos, permanecen en la necesidad de la purificación del pecado tanto en su corrupción y su culpa. Los hijos no llegan a ser pecaminosos después que ellos crecen o durante el proceso de crecimiento. Ellos son pecaminosos desde el mero principio. Ellos son concebidos en pecado y dados a luz en iniquidad. Ellos se desvían desde el mismo vientre. Nadie que está verdaderamente convencido del pecado recuerda cuando llegó a ser pecador. Él sabe que no fue por alguna deliberada decisión o acto de su parte que llegó a ser pecaminoso. Él sabe que siempre fue pecaminoso. Él reconoce verdaderamente que aquella pecaminosidad innata e inherente ha sido agravada, y que repetidamente se ha manifestado en sus actos voluntarios de pecado. Pero fue la pecaminosidad ya inherente la que fue agravada, y llegó a manifestarse, en sus actos voluntarios. Además, nadie que es verdaderamente observador del crecimiento y desarrollo de otros desde la infancia hasta la adultez recuerda ningún momento en que el pecado por primera vez empezó a tomar posesión de su corazón, interés y propósito.
La disposición siempre está en nosotros, y es particularmente frecuente en el tiempo presente, de minimizar la seriedad de este hecho. Existe la tendencia a pensar y actuar en términos de la inocencia de los pequeñitos. Las consecuencias de tal actitud son desastrosas para toda verdadera crianza e instrucción. Porque eliminar de nuestra actitud y conducta un hecho tan básico y de largo alcance como la corrupción innata de la naturaleza humana caída es eliminar un hecho sin el cual la crianza y dirección tienen que guiar a una perversión y falsedad múltiples más desesperada que aquella con la que empezó. El bautismo de infantes es un recordatorio perpetuo de que los infantes necesitan lo que el bautismo representa y que no puede haber escapatoria, o mejora de, ese horrible hecho.
Pero el bautismo es, después de todo, un sacramento de gracia. Y por lo tanto significa más que el hecho de la necesidad. Significa que por la gracia de Dios los infantes pueden disfrutar precisamente y plenamente lo que el bautismo representa. Ellos pueden ser regenerados por el Espíritu y justificados en la sangre de Cristo. Ellos pueden ser unidos a Cristo en toda la perfección de sus oficios Mediadores y en toda la eficacia de su obra consumada.
Debemos hacer una pausa para considerar lo precioso de estas verdades. Verdaderamente no tendremos ninguna apreciación de su valor a menos que estemos persuadidos de ese horrible hecho al cual ya hemos hecho referencia, a saber, el hecho del pecado original. Pero si sinceramente encaramos el hecho de la corrupción funesta de la naturaleza humana en su estado actual, no hay palabras humanas que adecuadamente puedan expresar el gozo que experimentamos en la contemplación de aquello que el bautismo significa para los infantes. Reflexionemos brevemente en lo precioso de estas verdades mediante dos consideraciones.
Primero, los niños pueden, y con frecuencia, mueren a una edad muy temprana. Si ellos murieran sin la regeneración y justificación, ellos estarían perdidos tan ciertamente como los otros que muriendo en un estado irregenerado están finalmente perdidos. El bautismo de los niños, entonces, significa que la gracia de Dios se apodera de los niños a una edad muy temprana, inclusive ya desde el mismo vientre. Eso quiere decir, en otras palabras, que no tenemos que excluir las operaciones de la gracia salvífica y eficiente de Dios de la esfera o reino de la infancia temprana. Es a esta verdad que el Señor le dio su testimonio más insistente y enfático cuando dijo, “Dejad a los niños venid a mí, y no se los impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos”.
Por supuesto, no debemos ser mal interpretados al afirmar este principio. No estamos diciendo que las operaciones de la gracia salvífica de Dios estén presentes en el corazón de cada infante. El hecho mismo es demasiado evidente de que multitudes crecen hasta los años de discreción e inteligencia y muestran que la gracia salvadora de Dios no atrapó sus corazones y mentes en los días de su infancia. Ni tampoco estamos tomando la posición necesariamente de que todos los que mueren en la infancia son recipientes de la gracia salvífica de Dios. Tenemos que dejar esa pregunta en el reino al cual pertenece, a saber, el consejo oculto de Dios. Pero es cierto, no obstante—y ése es el punto que ahora estamos interesados en acentuar—que la gracia de Dios es operativa en el reino del corazón y de la mente del infante. “De la boca de los niños y de los que maman, perfeccionaste la alabanza”. Qué pensamiento y esperanza y confianza tan benditos se extiende a los padres creyentes cuando en el bautismo ellos encomiendan sus hijos a la gracia regeneradora y santificante del Espíritu Santo y a la eficacia purificante de la sangre de Cristo, de tal modo, que si tal vez el Señor se complace en recogerlos en la infancia, ellos—los padres creyentes—puedan suplicar y descansar en las promesas del Pacto de Gracia a favor de ellos. Con toda seguridad puede decirse de ellos que no tienen por qué entristecerse como aquellos que no tienen esperanza.
Pero, en segundo lugar, debemos apreciar el gran valor de estas verdades por la razón de que los niños no necesitan crecer hasta los años de la discreción e inteligencia antes de llegar a ser del Señor. Así como los niños son pecaminosos antes de llegar a los años de discreción y entendimiento, de la misma manera por la gracia soberana de Dios ellos no necesitan crecer para llegar a ser participantes de la gracia salvadora. Ellos crecerán no solamente en la crianza y admonición del Señor, sino también en su favor y gracia santificante. Ellos pueden ser introducidos desde sus años más tiernos a la familia y casa del Padre celestial. Cuando los padres creyentes presentan a sus niños para el bautismo ellos están confesando que sus hijos son pecaminosos innatamente, pero ellos también están pidiendo a favor de sus hijos la gracia regeneradora y justificante de Dios. Confiando en la promesa de que “Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra”, ellos abrigan el estímulo y la esperanza de que aquellos “Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia”.
El bautismo es la ordenanza que nos inicia en la comunión de la iglesia visible. La iglesia visible es una institución divina. Es la casa y familia de Dios. Es un santuario divino donde la gloria de Dios se da a conocer. Es el canal por donde normalmente la actual gracia salvadora de Dios fluye. Qué privilegio es para los padres que por la autoridad divina de la recepción de la ordenanza del bautismo introduzcan a sus hijos a esta bendita comunión. Si el bautismo de los infantes tiene la garantía divina, entonces qué deshonor se le hace a Cristo y qué daño irreparable es hecho a la iglesia y a las almas de los niños al rechazar introducirlos a esta comunión gloriosa. Ningún argumento de presunta conveniencia, ningún aparente fervor evangelístico contrarrestarán ese deshonor a nuestro Señor y ese daño hecho a las almas de los hombres.
En la conclusión de este breve estudio del significado y privilegio del bautismo de infantes, hay dos advertencias que tienen que ser hechas. La primera es aquella en contra de la regeneración bautismal. No tenemos que mirar al bautismo como teniendo algún efecto semi-mágico. El bautismo deriva toda su eficacia de la gracia soberana del Espíritu Santo. Haremos bien en recordarnos las palabras de nuestro Catecismo Menor, “Los sacramentos vienen a ser medios eficaces de salvación, no porque haya alguna virtud en ellos, o en aquel que los administra; sino solamente por la bendición de Cristo, y la operación de su Espíritu en aquellos que los reciben con fe” (P/R 91). Nunca tenemos que dar por sentado que el infante que es bautizado sea por ese mismo hecho asegurado ya de la vida eterna. El bautismo es ciertamente un medio de gracia el cual Dios ha, de acuerdo con su designación, honrado y bendecido abundantemente a través de toda la historia de la iglesia cristiana. Pero tenemos que preservar siempre el verdadero evangelicalismo de nuestra fe cristiana de que, en el último análisis, no somos salvos por ningún rito u ordenanza externos, sino por la soberana gracia de Dios que obra misteriosamente, directamente y eficazmente en el corazón y alma de cada individuo a quién él ha ordenado para salvación. La segunda advertencia es que el bautismo de infantes no libera a los padres o tutores, cualquiera sea el caso, de esa solemne responsabilidad de instruir, advertir, exhortar, dirigir y proteger a los miembros infantes de la iglesia cristiana encomendados a su cuidado. Tenemos que repetir una y otra vez el texto que ya hemos citado, “la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra”. El aliento y estímulo que se deriva de una promesa divina nunca tiene que divorciarse del cumplimiento de las obligaciones involucradas. Es solamente en la atmósfera de la obligación cumplida, en una palabra, en la atmósfera de la obediencia a los mandamientos divinos, que la fe en la promesa divina puede vivir y crecer. La fe divorciada de la obediencia es burla y presunción.
Traducido por Valentín Alpuche.

Los Cinco Puntos Del Calvinismo

por W.J.Seaton
traducido por Gabriella Rodrigues
 Prefacio
Escasamente hay otra palabra que promueva semejante sospecha, desconfianza, y aun animosidad entre Cristianos profesantes como es la palabra Calvinismo.  Y sin embargo mucho del celo que es asestado en contra de este sistema y a esos que lo sostienen y predican es muy seguramente un celo el cual no es conforme a conocimiento.  Los siguientes artículos han sido escritos con la esperanza de que mucho del abuso que es lanzado al sistema teológico Calvinista sea retirado, y qué la verdad de esa grandiosa   enseñanza, la cual era el apoyó de nuestros padres en la fe, y la fuerza de la iglesia en una era mucho más gloriosa que la de nosotros, sea vista claramente. 


Introducción
Debemos de tener nuestro punto de empiece en Holanda en el año 1610. Santiago Arminio, un profesor Holandés, se acababa de morir y sus enseñanzas se habían formulado en cinco puntos principales de doctrina por sus seguidores- conocidos como Arminianos.  Hasta este punto, las iglesias de Holanda, en común con las otras  Iglesias Protestantes principales en Europa, se habían subscrito a las Confesiones de fe de Belga, y de Heidelberg, las  cuales fueron establecidas firmemente en las enseñanzas de la Reforma. Sin embargo, los Arminianos querían cambiar esta posición, y ellos presentaron sus cinco puntos en forma de demostración o protesta al parlamento Holandés.  Los cinco puntos del Arminianismo fueron, hablando ampliamente, como siguen:

I.                    Libre albedrío o habilidad humana.  Esto enseñaba que El Hombre aunque afectado por la caída, no estaba totalmente incapaz de escoger bienes espirituales, y era capaz de ejercitar fe en Dios en orden para recibir el evangelio y así-traerse asimismo a la posesión de la salvación.

II.                 Elección condicional- Esto enseñaba que Dios tendía sus manos sobre aquellos individuos que El sabia-o previo- que responderían al evangelio.  Dios eligió aquellos que salvados por su libre voluntad y en su estado natural caído- que era, por supuesto, de acuerdo con el primer punto del Arminianismo, no completamente caído de todos modos.

III.               Redención Universal, o Expiación Universal- Esto enseñaba que Cristo murió para salvar a todo hombre; pero solamente en manera potencial.  La muerte de Cristo hacia posible  a Dios  perdonar a los pecadores, pero solamente con la condición de que creyeran.

IV.              La obra del Espíritu Santo en la regeneración limitada por la voluntad humana.  Esto enseñaba que El Espíritu Santo, cuando empezaba a obrar para traer a una persona a Cristo, podía ser resistido eficazmente, y Su propósito frustrado.  El no podía impartir vida al menos que el pecador estuviera dispuesto a que esta vida fuera impartida.

V.                 Caerse de la gracia.  Esto enseñaba que un hombre salvo podía perder finalmente la salvación.  Esto es, por supuesto, la consecuencia lógica, y natural del sistema. Si el hombre tiene que tomar la iniciativa en su salvación, tiene que retener la responsabilidad para la consecuencia final.

     Los cinco puntos del Arminianismo fueron presentados al Estado y un Sínodo  Nacional de la iglesia, fue llamado a reunirse  en Dort en 1618 para examinar las enseñanzas de Arminio a la luz de las Escrituras.  El Sínodo de Dort se reunió por 154 sesiones por un periodo de siete meses, pero al final no pudo encontrar terreno en cual reconciliar el punto de vista Arminiano con el  expuesto en la Palabra de Dios.  Reafirmando la posición inconfundible propuesta en la Reforma, y formulada por el teólogo Francés Juan Calvino, el Sínodo de Dort formulo sus Cinco Puntos Calvinistas para contradecir el sistema Arminano.  Estos a veces son puestos en la forma de un acróstico en la palabra  ‘TULIP’ así como sigue:

T   Total Depravity  -  Depravación Total (esto es Inhabilidad Total)

U   Unconditional Election  -  Elección Incondicional

L   Limited Atonement  -  Expiación Limitada

I    Irresistible Calling  -  Llamamiento Irresistible

P   Perseverance of the Saints  -  Perseverancia de los Santos

      Así como ya se puede ver, estos asimismo se asientan en completa oposición a los cinco puntos del Arminianismo.  El hombre es totalmente incapaz de salvarse asimismo a cuenta de la caída en el Jardín del Edén siendo una caída total.  Si siendo incapaz de salvarse asimismo, entonces Dios debe salvar.  Si Dios debe salvar, entonces Dios debe de ser libre para salvar al que Él desea.  Si Dios a decretado de salvar a quien Él desea, entonces es por esos por quien Cristo hizo expiación en la Cruz.  Si Cristo murió por ellos, entonces el Espíritu Santo los llamara efectivamente a esa salvación.  Si la salvación entonces desde el principio ha sido de Dios, el final también será de Dios  y los santos perseveraran un gozo eternal.

     Estos son los así-llamados cinco puntos del Calvinismo.  Ahora proseguiremos a examinarlos con mas detalle, firmemente basados como lo son en la Palabra de Dios,  y sostenidos tenasmente, por nuestros antepasados en ‘la fe una vez entregada a los santos’.  Por esa fe debemos contender ardientemente.  Veremos la verdad de la que Charles Haddon Spurgeon quiso decir cuando declaro, ‘No es una novedad, entonces, lo que estoy predicando; no una nueva doctrina.  Amo proclamar esas fuertes, antiguas doctrinas que tienen por sobre nombre Calvinismo, pero las cuales son de seguro y verdaderamente la verdad revelada de Dios así como lo es en Cristo Jesús.

I.  Depravación Total:
     Cuando venimos a considerar el primero de los cinco puntos principales del Calvinismo, seguramente lo que nos debe impresionar es el hecho de que este sistema empieza con algo que debe ser fundamental en el asunto de la salvación, y esto es, una evaluación correcta de la condición del individuo que se debe salvar. Si tenemos vistas  deficientes y ligeras sobre el pecado; entonces estamos propensos a tener vistas defectuosas para la salvación del pecador.  Si creemos que la caída del hombre en el Huerto del Edén era meramente parcial, entonces lo mas seguro es de que estaremos satisfechos con una salvación que es atribuible, parte al hombre, y parte a Dios.  !Que tan llenas de sentido común están las palabras de J. C. Ryle en este asunto! “Hay muy pocos errores y doctrinas falsas”, dijo él, “de las cuales el principio no pueda ser rastreado a vistas erróneas sobre la corrupción de la naturaleza humana.  Vistas erróneas de una enfermedad siempre traerán, con ellas vistas erróneas del remedio.  Vistas erróneas de la corrupción de la naturaleza humana siempre traerán consigo vistas erróneas del gran antidote y cura de esa corrupción”.

     Enteramente apercibidos de que esto era el caso, los teólogos de la Reforma y esos que formularon las enseñanzas Reformadas en estos cinco puntos en el Sínodo de Dort, basando sus datos firmemente en las Escrituras, pronunciaron que el estado natural del hombre es un estado de depravación total y por consiguiente,  había inhabilidad total de parte del hombre para ganar, o contribuir, a su salvación.

     Cuando los Calvinistas hablan de depravación total, sin embargo no se refieren a que cada hombre es tan malvado como pueda ser, ni que el hombre sea incapaz de reconocer la voluntad de Dios; ni tampoco de que sea incapaz de hacer algún bien hacia su prójimo o aun dar lealtad externa a la adoración de Dios.  Lo que sí quieren decir es que cuando el hombre cayo en el Huerto del Edén cayo en su ‘totalidad’.  La personalidad completa del hombre ha sido afectada por la caída, y el pecado se extiende al completo de las facultades- la voluntad, el  entendimiento, el afecto y todo lo demás.  Creemos que esto es irrefutablemente enseñado por la Palabra de Dios a la cual ahora nos referimos.  Lo siguiente es meramente una selección de las Escrituras que confirman la enseñanza Calvinista de la depravación total. 

     La Biblia enseña con  absoluta claridad que el hombre, por naturaleza, esta MUERTO! “ Así que como por un hombre el pecado entro en el mundo, y la muerte por el pecado; y así la muerte paso a todos los hombres, porque todos han pecado”. [Rom. 5:12]  Nos enseña de que los hombres están ESCLAVIZADOS: “Que con mansedumbre corrija a los que se oponen: si quizás Dios les dé que se arrepientan para conocer la verdad; y se zafen del lazo del diablo en que están cautivos a voluntad de el [II Tim. 2:25].  Nos enseña que el hombre esta CIEGO, y SORDO: ‘ … mas  a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo oigan y no entiendan [Marcos 4:11].  Nos enseña que NO ESTAMOS INSTRUIDOS, “mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque le son locura; y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” [I Cor. 2:14].  La Biblia habla de nosotros que somos PECAMINOSOS POR NATURALEZA: (i)  Por  Nacimiento: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” [Salmos 51:5].  (ii)  Por Practica: “Y vio Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” [Gen. 6:5].

     Esto entonces, es el estado natural del hombre.  Entonces debemos preguntar; ¿pueden los muertos levantarse a sí mismos?  ¿Pueden los ciegos darse vista a sí mismos, o los sordos darse el oír? ¿ Pueden los esclavos redimirse a sí mismos?  ¿Puede el no instruido enseñarse a sí mismo? ¿ Puede el naturalmente pecaminoso cambiarse a sí mismo?  Seguro que no!  “¿Quién puede sacar  algo limpio de lo impuro?” pregunta Job; y el contesta, “Nadie!”  [Job 14:4].  “¿Puede el Etiope cambiar su piel o el leopardo sus manchas?”  pregunta Jeremías; “Si pueden” él concluye, “entonces también vosotros podéis hacer el bien, estando habituados a hacer el mal.”  [Jer. 13:23].

       ¿Puede la Palabra de Dios mostrar mas plenamente de lo que ya lo hace de que la depravación es total?  ¿Y que nuestra inhabilidad de desear o procurar la salvación es también total?  El retrato es uno de muerte- muerte espiritual.  Somos como Lázaro en la tumba; estamos ceñido de manos y pies; la corrupción se ha apoderado de nosotros.  Así como  cuando no había ni vislumbre de vida en el cuerpo muerto de Lázaro, así no hay ‘una chispa receptiva interna’  en nuestros corazones.  Pero el Señor hace el milagro- con ambos los físicamente muertos, y los espiritualmente muertos; porque han sido restituidos-hechos vivos que estaban muertos en delitos y pecados. [Efesios 2:1]. La  salvación, por su mera naturaleza debe “ser del Señor.”


II.               Elección Incondicional

Nuestro aceptamiento o rechazo de la depravación total como una declaración Bíblica de la  condición natural del hombre determinara mayormente nuestra actitud hacia el siguiente punto que se reviso en el Sinodo de Dort.  Elección incondicional ha sido bien declarado en la Confesión de Fe Bautista de 1689, la cual aquí citamos como un sumario conveniente.  También esta declarado  en casi términos idénticos en la Confesión de Westminister y en los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia de Inglaterra y en todas las confesiones mayores. 

           “Esos de la humanidad que han sido predestinados a vida” dice la Confesión Bautista, “Dios antes que la fundación del mundo fuera puesta, de acuerdo con Su eterno e inmutable propósito, y el consejo secreto y buen placer de Su voluntad, había escogido en Cristo a Gloria sempiterna, por Su mera  gracia gratuita y amor sin ninguna otra cosa en la criatura como condición o causa moviéndolo a hacerlo’.  [Capitulo 3, Articulo 5].

           La doctrina de elección incondicional sigue naturalmente de la doctrina de depravación completa.  Si el hombre ,si en verdad, esta muerto y prisionero , y ciego etc., entonces el remedio para todas estas condiciones debe descansar fuera del hombre mismo (Esto es, con Dios).  Nos preguntamos en él ultimo capitulo; “puede el muerto levantarse así mismo?”  Y la respuesta inevitablemente debe ser:  “por supuesto que no”.  Sin embargo hombres y mujeres son levantados de su muerte espiritual- “nacidos de nuevo” como lo pone el evangelio según San Juan; y como son incapaces de llevar a cabo esta obra por ellos mismos, entonces tenemos que concluir que era Dios quien los levanto.  Por el otro lado como muchos hombres y mujeres no han sido vivificados, tenemos que igualmente concluir que eso es porque Dios no los ha levantado.  Si el hombre es incapaz de salvarse a sí mismo teniendo en cuenta que la caída de Adán siendo una caída total, y si solo Dios puede salvar, y si no todos son salvos, entonces la conclusión debe ser que Dios no ha escogido salvar a todos. 

           Esta no es una filosofía siega, pero es sacada, construida sobre, apoyada por, y revelada en las Escrituras de Dios.  El tema es uno que es tan vasto como el océano mismo; pero no podemos hacer mas que citar solo unos pocos versos claves y escritos que actúan  como mapas y compás a través de estos poderosos mares.

           La historia de la Biblia es la historia de elección incondicional. Es extraño que los que se oponen a esta doctrina fallan en reconocer esto.  Algunos creyentes tienen dificultad en creer que Dios pueda pasar a algunos y escoger a otros, y sin embargo no parecen tener dificultad en creer que Dios llamo a Abraham del pagano Ur de los Caldeos y dejo a los otros en su paganismo.  ¿Porque debería Dios escoger a la nación de Israel como Su “gente peculiar”? No hay necesidad de especular, porque Deuteronomio 7:7 nos da la prepuesta: “No por ser vosotros mas que todos los pueblos os ha querido Jehová, y os ha escogido; porque vosotros erais los mas pocos de todos los pueblos: Sino porque Jehová os amo,...’ porque debería Dios, completamente desatendiendo las leyes familiares de Israel, escoger al hijo menor Jacob, en lugar de Esau el mayor?  Otra vez, “a  la ley y al testimonio”.  Rom. 9:11-13 “…para que el propósito de Dios conforme a la elección, .. A Jacob ame mas a Esau aborrecí.”

           ¿Cuál era la doctrina que Jesús predico en la sinagoga en Nazaret sino la doctrina de elección incondicional? “Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los tiempos de Elías, … Pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidon a una mujer viuda.”  [Lucas 4:25-27].  Sabemos los resultados de la predicación de nuestro Señor de ese mensaje.  “Y le llevaron hasta la cumbre del monte para despenarle.”

           Falta de espacio prohíbe un relato completo de la selección soberana de Dios de Su pueblo; pero la verdad es clara: “No me elegisteis vosotros a mí mas yo os elegí a vosotros;  [Juan 15:6];  O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro par vergüenza?” [Rom. 9:21]  “Tendré misericordia del que tendré misericordia, [Rom 9:15].  “Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo,”  habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos [Efesios 1:4-5]; y así sucesivamente (etcétera).

           Concecionamos que hay una “clase de elección” que es sostenida por muchos creyentes hoy día.  Hablando bastamente esta basada en Rom. 8:29; “Porque a los que antes conoció, también predestino, etc.? El caso corre algo así:  Dios previo a esos que iban a aceptar a Cristo, y por consiguiente los “eligió” para vida eterna.  En contra de esta mira señalamos que:

1.                  El preconocimiento de Dios del que aquí se habla esta en conexión a la  gente y no en conexión a  alguna acción que la gente hizo.  La Escritura indica; ‘A los que conoció’…etc.. Otra vez Dios habla así por medio de Amos:  “Solo a ti he conocido de todas las naciones de la tierra? Esto quiere decir, irrespectivamente de alguna acción buena o mala obrada por ellos, Dios los “conoció”  en el sentido que Los amo y escogió para ser de Él.  Así es como El previo a sus escogidos.

2.                  No hará nada el decir que Dios nos eligio porque vio algo que íbamos a hacer- eso es, aceptar a Su Hijo.  No somos escogidos porque obramos tal obra santa de “aceptar” a Cristo, sino somos escogidos para que podamos estar capacitados para ‘aceptarlo’ a Él.   “Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparo para que anduviésemos en ellas.” [Efe. 2:10]

3.                  Tampoco hará el decir que Dios previo a los que iban a creer.  Hechos 13:48 hace esto lo abundantemente claro: ‘Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.  La elección no es a causa de nuestro creer, pero nuestro creer es a causa de haber sido elegidos- “ordenados para vida eterna”.

4.                  Otra vez, el decir que ejercemos fe al aceptar a Cristo, y que Dios previo esta fe, y por eso nos eligió, solo nos lleva a un paso mas atrás; porque, ¿de donde agarramos esa fe, para ejercer?  La Escritura nos da la respuesta: “Es un don de Dios, y no de nosotros mismos.”

Seguramente, en lugar de discutir en contra de estas cosas, deberíamos estar haciendo lo que El Espíritu Santo por el Apostal Pedro nos ordeno a hacer: “da diligencia hacer tu llamado y elección segura.”

III.             Expiación Limitada

Este tercer punto no solamente nos trae al punto central de los cinco, pero también a la verdad central del evangelio, esto es,  al propósito de la muerte de Cristo en la cruz.  Esto no es accidental.  Los teólogos que se  han puesto la tarea de defender las verdades de la Reforma Protestante en contra de los ataques del partido Arminiano estaban siguiendo una línea Bíblica y lógica en sus formulaciones y habían llegado ya al mero punto de vuelta de la salvación.  Primero que todo sé habían preguntado ¿“A quien se va a salvar”?  La respuesta fue “Al Hombre”.  Pero la enseñanza de la Biblia concerniendo al hombre mostraba que el hombre, en su estado natural, es totalmente incapaz de salvarse a sí mismo.  De este modo, tenemos la enseñanza de la Biblia que ha puesto al  hombre debajo del titulo general de depravación total, o inhabilidad total.  Segundo como algunos hombres y mujeres son indudablemente salvos, entonces tiene que haber sido Dios Mismo quien los salvo en contra-distinción del resto de la humanidad.  Esto es elección:  “Para que él propósito de Dios conforme a la elección,  permaneciese…” [Rom 9:11].  Sin embargo, esta elección no mas “marco la casa, a la cual la salvación debe viajar”, así como lo pone Spurgeon, y una expiación completa, y perfecta y satisfactoria todavía era requerida, para los pecados de los elegidos, para que Dios fuera, no solamente un Salvador,  sino un Dios justo, y un Salvador”.  Esta expiación, como todos confesamos, fue realizada por la sumisión voluntaria de Cristo a la muerte en la cruz donde sufrió bajo la justicia de este Dios justo, y procuro la salvación que el cómo Salvador había ordenado.  En la cruz, entonces,- y sin duda todos aceptamos esto- Cristo soporto el castigo, y procuro la salvación.

           La pregunta ahora se levanta: por quien soporto el castigo, y por quien procuro la salvación?  Hay tres avenidas por las cuales podemos viajar respecto a esto:

1.                  Cristo murió para salvar a todo hombre, sin distinción.

2.                  Cristo murió para salvar a nadie en particular.

3.                  Cristo murió para salvar a cierto numero

El primer punto de vista es el sostenido por “Universalistas” a saber, Cristo murió para salvar a todos los hombres, y así, muy lógicamente asumen, todos los hombres serán salvos.  Si Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado, rescatado, dado Su vida por todos los hombres, entonces todos los hombres serán salvos.  El segundo punto de vista es la “Arminiana”, que Cristo procuro una salvación potencial para todos los hombres.  Cristo murió en la cruz, este parecer dice, pero aunque pago la deuda de nuestros pecados, su obra en la cruz no es eficaz hasta que el hombre se “decida por” Cristo y así de ese modo ser salvo.  La tercera vista de la Expiación es la “Calvinista”, y dice que Cristo murió positivamente y efectivamente para salvar a cierto numero de pecadores que merecían él infiernó en quienes El Padre había puesto su libre elegible amor.  El Hijo paga la deuda por estos elegidos, hace satisfacción por ellos a la justicia del Padre, y imputa Su propia justicia a ellos para que sean completos en Él.

           La muerte de Cristo, entonces, no mas pudo haber sido por una de estas tres rezones:  para salvar a todos; para salvar a nadie en particular; para salvar a un numero en particular.  La tercera vista es la que sostienen los Calvinistas. Y generalmente es llamada expiación limitada, o redención particular.  Cristo murió para salvar a un numero particular de pecadores; esto es, aquellos “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo”  [Efe. 1:4] aquellos a quien el Padre  “Le ha dado del mundo [Juan 17:9]; aquellos por quien El mismo dijo derramaba su sangré: “Porque, esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados.” [Mat. 26:28

           Esta ultima vista, afirmamos, hace justicia al propósito de Cristo de venir a esta tierra a morir en  la cruz.  “Llamaras su nombre Jesús, porque salvara a su gente de sus pecados.”  No a los Judíos, seguramente, porque los Judíos no son salvos como gente. Jesús “amo a la Iglesia y se entrego a sí mismo por ella”. [Efe 5:25].  “El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación. [Rom. 4:25].  A quienes El Espíritu Santo se refiere cuando dice, “Nuestro”.  El mundo?  Si es así, entonces los Universalistas están correctos, porque Cristo fue, entonces, “Entregado por los delitos [del mundo] y resucitado para justificación [del mundo]; así el mundo esta justificado ante Dios.  “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.  [I Cor. 15:22].  Esto otra vez solo puede significar que toda la posteridad de Adán muere en Adán, que a la verdad así es, porque “la muerte a pasado a todos los hombres”.  Pero toda la posteridad de Cristo- la Iglesia que se dio a sí mismo por ella- son vivificados en Él.  Por que es esto?  Seguramente, es porque se dio a sí mismo por ellos!  “Con su conocimiento justificara mi siervo justo a muchos, y él llevara las iniquidad de ellos [Is. 53:11].  Y cuando efectúa esto, mientras cuelga en la cruz, dice el profeta Isaías en ese grandioso capitulo 53 de su profecía, “del trabajo de su alma vera y será saciado”.  El trabajo de su alma mientras derrama su alma en ofrenda por nuestros pecados produce hijos espirituales a la gloria de su Nombre, y será satisfecho cuando vea esta obra completada.

           No pasamos por alto el hecho de que hay algunos Escritos los cuales se refieren al “mundo”, y muchos han tomado esto como su punto de empiece en la cuestión de redención.  Sin embargo, cuando comparamos escritura con escritura, vemos que el uso de la palabra “mundo” no necesita implicar “cada hombre y mujer en el mundo”.  “Miren el mundo a ido en pos de Él” dijeron de Jesús; cada persona, sin embargo, no había ido en pos de Cristo.  La expresión significa “cada clase de persona” y normalmente Gentiles como Judíos.  La cuestión prevaleciente siempre debe ser la intención Divina; intentó Dios salvar a todo hombre, o no?  Si El no intenta salvar a todo hombre sin excepción sino no mas a los elegidos, entonces, la obra de Cristo en la Cruz es un glorioso éxito, y bien creemos:  “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí…” [Juan 6:37].  Sí, por otra parte, era la intención de Dios salvar al mundo entero, entonces la expiación de Cristo ha sido un gran fracaso, porque vastos números de humanidad no han sido salvos.  Cristo pago nuestra deuda!  Deuda de qué?  Del mundo o de los elegidos? Seguramente, si un hombre a sido redimido por un redentor, entonces la ley que ha quebrado tiene que ser satisfecha por causa del trabajo del Fiador a su favor.

                       Si Tu has procurado mi descargo

                       Y libremente soportado en mi lugar

                       La completa ira Divina;

                       Dios no demandara dos veces el pago

                       Primero de la sangrienta mano de mi Fiador,

                       Y después otra vez de la mía.


IV.           Gracia Irresistible

Este cuarto punto de la creencia del sistema Calvinista es, otra vez, el resultado lógico de todo lo que ha pasado antes que esto.  Si los hombres son incapaces de salvarse a sí mismos a causa de su naturaleza caída, y si Dios ha propuesto salvarlos, y Cristo a realizado su Salvación, entonces lógicamente sigue que Dios también debe proveer los medios para llamarlos a los beneficios de esa salvación que Él a procurado para ellos.  El sistema teológico Calvinista, sin embargo, aunque lógicamente cuerdo, es mas que un sistema de pura lógica.  Es un sistema de pura creencia Bíblica que se sostiene firmemente en la Palabra de Dios.  Su doctrina de gracia irresistible, entonces, no es ideada por los hombres que redactaron los cinco puntos de Calvinismo en el Sínodo de Dort, sino es la revelación revelada en la Palabra Santa de Dios.  Por ejemplo, Romanos 8:30:  “y los que predestinó a estos también llamó”,  Dios no solamente, eligió hombres y mujeres para salvación; Él también llamó a esos a quien le plació elegir.

           Que quiere decir gracia irresistible?  Sabemos que cuando el evangelio sale afuera en una Iglesia, o al aire libre, o por medio de leer la Palabra de Dios, no todos atienden a ese llamado.  No todos son convencidos del pecado y de su necesidad de Cristo.  Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos.  No nomás hay un llamamiento externo; también hay un llamamiento interno.  El llamamiento externo puede ser descrito como “palabras del predicador”; y este llamamiento, cuando sale, puede obrar un resultado de diferentes formas en un numero de diferentes corazones produciendo un numero de diferentes resultados,  No obstante una cosa no hará; no obrara una obra de salvación en el alma de un pecador.  Porque una obra de salvación para ser labrada, el llamamiento externo debe ser acompañado por el llamamiento interior del Espíritu Santo de Dios.  Porque Él es quien, “redarguye de pecado,  justicia y juicio”.  Y cuando el Espíritu Santo llama a un hombre, o mujer, o una persona joven por su gracia, ese llamamiento es irresistible: no puede ser frustrado; es la manifestación de la gracia irresistible de Dios. 

           Esto es probado una y otra vez, en la Palabra de Vida de Dios, como por ejemplo en los siguientes versos y porciones.

1.                  “Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y  al que a mí viene no le echo fuera” [Juan 6:37]. Nótese que son aquellos a quien El Padre a “dado a Cristo”- los elegidos- que “vendrán” a el; y cuando vienen a El no serán “rechazados”.

2.                  Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.  [Juan 6:44]  Aquí nuestro Señor simplemente esta diciendo que es imposible que el hombre venga a Él por ellos mismos; el Padre los debe traer.

3.                  Todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí [Juan 6:45].  El hombre puede oír el llamamiento externo; pero son esos los que han “aprendido del Padre” que responderán y vendrán a Cristo:  Así que, con Simón Pedro:  “Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás, porque no te lo revelo sangre ni carne sino mi Padre que esta en el Cielo?”

4.                  “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.” [Rom. 8:14]

5.                  Mas cuando plugó a Dios, que me aparto desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia…”  [Gal. 1:15]

6.                  “Mas vosotros sois linaje escogido… para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.”  [1 Ped. 2:9]

7.                  “Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su Gloria eterna por Jesús Cristo…” [1. Ped. 5:9]


     Una sobresaliente ilustración de esta enseñanza de gracia irresistible, o llamamiento eficaz, es ciertamente el incidente que leemos en Hechos 16, El apóstol Pablo predica el evangelio a un grupo de mujeres a las orillas  del rió en Filipo; y así cuando lo hace, “una cierta mujer llamada Lidia estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.” Pablo, el predicador, hablo al oído de Lidia- el llamamiento externo; pero el Señor hablo al corazón de Lidia- el llamamiento interno de gracia irresistible.

    Los Arminianos creen que los hombres y mujeres pueden y lo hacen, resistir al llamamiento del evangelio de Dios, y, por eso contienden, que no puede haber semejante doctrina como gracia irresistible.  Nosotros creemos que no nomás los hombres y mujeres pueden resistir el evangelio de Dios, pero lo hacen, y deben por sus mismas naturalezas, resistirlo.  Por eso debe de haber tal doctrina como la doctrina de gracia irresistible.  En otras palabras, alguna influencia mayor qué nuestra naturaleza- mayor que nuestra resistencia- debe ser traída para producir sobre nuestras almas, si no para siempre la perdición, porque “El hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios”.  Hay tres grandes fuerzas trabajando en el asunto de la salvación del hombre:

1.                  La voluntad del hombre

2.                  La voluntad del diablo

3.                  La voluntad de Dios


     ¿Cuál voluntad será la vencedora?  Si la voluntad de Dios no es

victoriosa en el asunto de nuestra salvación, entonces, la voluntad del Diablo tiene que ser porque el Diablo es mas fuerte que nosotros.  Tomas Watson, un viejo Puritano del siglo 17, pone el asunto vivido en estas palabras, “Dios cabalga hacia adelante conquistando en el carruaje de su Evangelio… Conquista el orgullo del corazón, y hace a la voluntad que se levanto como un Fuerte Real en contra de Él, rendirse y inclinarse a su gracia; Hace al corazón de piedra sangrar.  O!  Es un llamamiento poderoso!  ¿Porque entonces algunos hombres parecen hablar de una persuasión moral?  ¿Que Dios en la conversión de un pecador solo persuade moralmente y no mas?  ¿Si Dios en la conversión solo persuadiera moralmente y no mas, entonces no pone tanto poder en el salvar al hombre como el diablo lo hace al destruirlos.  ¿Cuál voluntad será la vencedora?  ¿Nuestra voluntad? ¿Pero acaso no sobresale, a la verdad, como un “fuerte real” en contra del Señor; “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida”. ¿La voluntad del diablo?  Entonces quien será salvo jamás, porque su voluntad siempre deberá  ser mas fuerte que la nuestra.  Pero seguramente este es el evangelio, que “él mas fuerte que el fuerte aparezca, conquistando, y para conquistar en el carruaje de su Evangelio; y Él si conquista!  Él conquista a satanás, y Él conquista al hombre débil también para la alabanza de Su gracia irresistible.

V.              Perseverancia De Los Santos

Y ahora, el punto final- la perseverancia de los santos.  Otra vez, por vía de sumario, vamos a referirnos a la Confesión Bautista, la cual esta de acuerdo a este punto con las otras confesiones históricas de fe. ‘A esos quienes Dios a aceptado en El Amado’, así dice, ‘efectivamente llamados y santificados por su Espíritu, y habiéndoles sido dado la preciosa fe de Sus elegidos, ni puedan totalmente ni finalmente caer del estado de gracia, pero ciertamente perseveraran en ella hasta el fin, y ser eternamente salvados, viendo que los dones y llamamientos de Dios son sin arrepentimiento…”.

           Otra vez permítanos enseñar que esto es exactamente lo que la Escritura nos enseña.  “Porque a los que antes conoció, también predestino, para que fuesen hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos”; y aun más, “y a los que predestino a estos también llamo; y a los que llamo a estos también justifico, y a los qué justifico, a estos también glorificó. ¿Pues que diremos a esto?  ¿Sí Dios por nosotros  quien contra nosotros?…Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida… ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” [Rom. 8:27].

           Y otra vez, vamos a reconocer el hecho que todo lo que los hombres en el Sínodo de Dort ( y esos que enseñan igualmente) estaban haciendo, estaban poniendo en compás chico en una forma sistemática, la enseñanza del evangelio de Dios de la gracia libre y soberana. Si el hombre no se puede salvar a sí mismo, entonces, Dios tiene que salvarlo.  Si todos no son salvos, entonces Dios no ha salvado a todos.  Si Cristo ha hecho satisfacción por los pecados, entonces es por los pecados de aquellos que son salvos.  Si Dios intenta revelar esta salvación en Cristo a los corazones de esos a quien él escogió salvar, entonces, Dios proveerá el medio de hacerlo efectivamente.  Si, por consiguiente, habiendo ordenado para salvar, murió para salvar, y llamó a la salvación a esos quienes nunca podrían salvarse a sí mismos, El también preservara a los salvos para la vida eterna para la Gloria de Su Nombre.

           Así siguiendo la depravación total, y elección incondicional, y expiación limitada, y un llamamiento eficaz, tenemos- la perseverancia de los santos.  “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” [Fil. 1:6].  La palabra de Dios esta repleta con referencias a esta bendita verdad.  “Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre:  Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero”.  [Juan 6:39]  “Y yo les doy vida eterna, y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano” [Juan 10:28].  “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho mas estando reconciliados, seremos salvos por su vida. [Rom. 5:10].  “Ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” [Rom. 8:1]

           Este es el distintivo del creyente, que el pertenece a Cristo; que esta perseverando en las cosas de Cristo; “qué esta dando toda diligencia para hacer su llamado y elección segura”.  El creyente en Cristo puede caer en tentación, pero el Señor no lo dejara ser tentado mas de lo que no pueda resistir, sino con la tentación dará también la salida; para que el creyente venga adelante, y siga adelante otra vez en las cosas pertenecientes a su salvación para la gloria de Cristo.  Esos versos incomparables de Romanos 8:28-39 enseñan la lógica Divina en la salvación eterna de Dios; la lógica que el Calvinismo simplemente declara.  La salvación que empieza en la mente y propósito de Dios debe terminar en el cumplimiento de Su infrustrable propósito que esos “a quien antes conoció” están eternamente unidos con su Salvador.

Conclusión

Esto, entonces, en un muy amplio bosquejo, es la enseñanza que es a veces llamada Calvinismo.  Lejos de ser una innovación del hombre, es la doctrina de la Palabra de Dios claramente formulada, y expuesta.

           La pregunta perenne, sin embargo, es seguro que se levantara:  “Acaso no este Calvinismo estorba a la obra del evangelio?”  El vistazo más casual a la historia de la Iglesia de Cristo en este mundo es suficiente para invalidar semejante opinión.  El evangelio de Cristo a florecido mas donde y cuando la gente del Señor han sostenido estas doctrinas de gracia cerca de sus corazones.  Pensamos en el celo de William Carey que lo trajo de su zapatería a evangelizar para Cristo en la India.  Carey era un Calvinista sólido, como también Fuller, otro gran Bautista que ayudó a formar la Asociación Bautista Misionera.  Considere estas palabras del pió David Brainerd, el hombre que creyó que los Indios Rojos de América así como los hombres blancos tenían almas; “yo entonces tengo dos deseos”, escribe él en su diario, “mi propia santificación, y la reunión de los elegidos de Dios”.  Uno de los más grandes evangelistas de los tiempos modernos era el Calvinista George Whitefield, sin embargo su Calvinismo nunca estorbó su predicación del evangelio de Cristo: ‘Con ese divino patetismo’, se decía de el, ‘exhortaba al pecador a volver a Cristo!’.

           El Calvinismo, si podemos usar la palabra sin ser malentendidos, era el evangelio de Robert Murray  M’Cheyne, como lo era de Andre Bonar, y William Burns, ese gran líder de avivamiento, y misionero a China.  Mártires, Reformadores, lideres de la iglesia de Cristo aquí en la tierra, cuando dicen del evangelio que predicaron y murieron por él, hablan  del evangelio de la gracia salvadora de Dios a su rebaño escogido.  ¿Cómo puede uno empezar a ponerlos en lista?  Lutero, Calvino, Tyndale, Latimer, Knox, Wishart, Perkins, Putherford, Bunyan, Owen, Charnock, Goodwin, Flavel, Watson, Henry, Watts, Edwards, Whitefield , Newton, Spurgeon, son sino pocos de la noble armada de testigos  de Dios  de la verdad de la gracia soberana. Fue algo de su obra para el Señor estorbada por lo que ellos creían?  Y que es lo que creían?  Ellos creían que Dios era Señor Soberano.  Se atrevieron a creer que adoraban y servían a un Rey que “obra todas las cosas según el consejo de su voluntad”.  Bien lo puso ese príncipe de predicadores, Charles Haddon Spurgeon, cuando dijo, “eh conocido  hombres morderse  el labio, y fruncir los dientes en rabia cuando eh estado predicando la soberanía de Dios… los doctrinarios de ahora  permitirán un Dios, pero no debe ser Rey!” Estorbó Spurgeon al evangelio?  Y sin embargo, cuantos se levantaron en contienda  en contra de el por su doctrina!  “Se nos menosprecia como hiper’s” él podría decir, “escasamente un ministro nos mira o habla favorablemente  de nosotros; porque sostenemos vistas fuertes sobre la divina soberanía de Dios, y Sus escogimientos divinos y amor especial hacia Su gente”.

           Tal vez una palabra de ese mismo gigante de la iglesia deba establecer una exhortación de cierre ante nosotros para tomar agarre firme sobre estas benditas verdades de la Palabra de Dios, y decirlas en adelante para la Gloria de Su Nombre.  “ La antigua verdad que Calvino predicó, que Agustin predicó, que Pablo predicó, es la verdad que debo yo predicar ahora, de otra manera seré falso a mi conciencia y a mi Dios.  No puedo moldear la verdad, yo no sé de tal cosa como de mondar las orillas ásperas de una doctrina.  El evangelio de John Knox es mi evangelio; ese que retumbo por Escocia, deberá retumbar por Inglaterra otra vez”.  Amen y Amen.