Es muy
frecuente escuchar ideas de modernización dentro de la iglesia, y
específicamente respecto al la música.
Los cantos
tradicionales, históricamente aprobados, ya no son apetecidos ni valorados por
esta oleada de cultores de la “nueva alabanza”.
La búsqueda
de resultados numéricos y de transformar la iglesia en un núcleo atractivo para
el mundo, ha dado pie a una verdadera fiebre de pragmatismo y sincretismo
religioso, pretendiendo fusionar lo santo con lo profano a fin de evangelizar.
No obstante,
el tema no resiste análisis; el pretender igualar y hasta reemplazar el cantos de los salmos que tiene su raiz en la Biblia misma y desde la primera iglesia, por la nueva alabanza, nos revela el indigente estado
espiritual y la ruina de la iglesia. Las composiciones de los salmos son
verdaderos estudios doctrinales, lleno de alabanza a Cristo y su gracia. La
nueva alabanza no hace otra cosa que repetir un par de frases y ensalzar la
virtud humana por sobre la gracia de Dios, y para que hablar de la música que
acompaña a estas famélicas composiciones, porque los ritmos sensuales y casi
eróticos que hoy se elevan como alabanzas a Dios, son realmente impresentables e inocuos ante el creador.
La nueva
alabanza apunta a satisfacer al viejo hombre y no al espiritual. Es una gama de
sonidos, melodías y ritmos que invitan al zangoloteo. La Biblia es muy
específica en declararnos cuál es la línea de los cánticos que deben estar
dentro de la iglesia, veamos:
“...hablando
entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones” Efesios 5:19
“cantando
con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales” Colosenses 3:16
En ambos
textos, el adjetivo que califica a los cánticos es la palabra ESPIRITUALES. Los
cánticos elevados a Dios deben tener este sello. Los cánticos espirituales
apuntan a ensalzar a Cristo y a su obra con la letra, y a elevar el espíritu
hacia Dios, con las voses de los creyentes a coro, Sin duda, que la nueva alabanza carece de este
principio. Si bien, en ocaciones la letra puede hablar humanamente de Cristo, pero con la música se
arruina todo ya que esta va dirigida a los humanos y no a Dios.
Es muy
importante considerar esto, porque no estamos para agradarnos a nosotros mismos, sino que
debemos comprobar lo que es agradable a Dios (Efesios 5:10) A Dios jamás le han
agradado las mixturas. Presentar el texto de Juan 3: 16 a los sones del
hip-hop, de la salsa o de la estridencia de una guitarra eléctrica, es como
pretender unir el aceite y el vinagre. Esto es un asunto de Perogrullo, sin
embargo la soberbia nuestra, nos impide aceptarlo como la verdad categórica y
radical.
La nueva
alabanza ha permitido el surgimiento de muchos intérpretes que han descubierto
un nicho comercial de suculentas rentas. El medio les obliga a comportarse bajo
los parámetros del secularismo. La sensualidad en las mujeres, tales como Jacy
Velásquez es por decir lo menos escandaloso, y la actuación circense de hombres
como Marcos Witt, no amerita mayores comentarios. Son los frutos de esta “nueva
alabanza” en tiempos de apostasía.
En la
actualidad, la nueva alabanza ya está muy arraigada en muchas congregaciones
que como consecuencia, han transformado la libertad en libertinaje. Esta
“licencia” ha permitido que costumbres naturales del mundo, se hayan
incorporado deliberadamente dentro de las reuniones. De esto se desprende la
triste realidad, de que en lugar de tener un mundo cristianizado, tenemos una iglesia
mundana. Café concert “cristiano”, desfile de modas “cristiano”, recitales
“cristianos”, completadas y tragos “cristianos”, etc., son algunas de las
actividades que muchas congregaciones practican so pretexto de que Cristo les
ha hecho libres.
La
vestimenta con poco pudor de la mujer o el pelo largo, los aros y moños en los
varones, la música sensual como “alabanza”, etc., son las clásicas
características de los cristianos de hoy. Esto ha ocurrido debido a la mala
interpretación de lo que significa la gracia y la libertad que Dios nos ha
otorgado, y a no entender la gran diferencia que existe entre una
interpretación bíblica legalista y otra temerosa y subordinada a las
instrucciones y deseos del Señor.
¿Por qué
me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo”? (Lucas 6: 46)
confundir la gracia con libertinaje,
y el legalismo con la verdadera sumisión a los preceptos bíblicos entregados a
la iglesia no es bueno
SINCRETISMO
RELIGIOSO: CRUDA VERDAD
La mala
interpretación de lo que realmente significa la gracia de Dios, ha sido un
verdadero caldo de cultivo y un “vamos”, a la adopción de un sin fin de
costumbres, ritos, entretención, etc., cuyos orígenes son ajenos a la voluntad
de Dios y están en completa rivalidad con los preceptos bíblicos.
A esta
adopción se le llama sincretismo y el afán de todo, es conciliar doctrinas o
creencias abiertamente opuestas, y pretender transformarlas con un fin
determinado.
Este
razonamiento practicado cada día en más congregaciones, ha permitido el libre
acceso del ecumenismo dentro de la iglesia y la inclusión de aberrantes prácticas
atentatorias a la sana doctrina. Por ejemplo, la música rock y el hip hop
fueron estilos musicales creados en un espíritu de rebeldía social y con el
deliberado consentimiento del uso de drogas, alcohol y sexo para su
propagación.
Muchos
razonan que esta música puede ser utilizada para rescatar a jóvenes que la
propagan, por lo tanto es necesario cristianizarla. Esto es sincretismo.
Recuerdo las
palabras del pastor coreano Yonngi Cho que aprobaban la idea de tomar materias
ocultistas y cristianizarlas en su forma de cristianismo. El decía: “…si el
diablo puede realizar tales sanidades, ¿por qué la iglesia de Cristo no podrá
hacer mucho más? (Libro la Cuarta Dimensión )
Creo que es
tiempo en que debemos decir basta de razonamientos humanos, de análisis de
reingeniería dentro de la iglesia y de estrategias humanas para “salvar almas”.
Debemos entender que solo la gracia de Dios transformará al joven drogadicto o
al criminal. No podemos pretender dar poder y efectividad a la Palabra de Dios,
la cual está llena de poder; es absurdo y ofensivo a su gracia soberana.
Imagínese que Cristo le hubiera dicho a la adultera, sigue adulterando para
rescatar a los adúlteros.
La consecuencia
de todo este sincretismo religioso que está incorporando cada vez, más
prácticas mundanas en el interior de la iglesia, se están haciendo ver con
mucha claridad.
Por cierto
que las multitudes que siguen a este tipo de cristiandad no tiene ninguna intención
de conocer a Dios en profundidad y seriedad. Hagamos un experimento: Quitémosle
por un mes la música rock, a un joven que dice haber sido convertido a través
de ella, sometámoslo a reuniones devocionales o estudios de la Palabra
de Dios, y veamos los resultados. Es casi seguro que no asistirá a reuniones.
Lo he visto, nadie me lo ha contado.
¿De qué se está
llenando la iglesia, de convencidos a través de la música, del baile y de los
atractivos eventos? ¿O de verdaderos convertidos a través de la gracia soberana
de Dios que opera por medio de su poderosa Palabra? No nos engañemos; los
resultados de la bendición de Dios, no son numéricos
“Porque
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los
que la hallan” (Mateo 7:14)
En resumen,
el sincretismo en su amplio espectro, no es la fórmula que Dios nos ha
entregado para ser efectivos en nuestra tarea de evangelizar.
No podemos
aprobar la idea de tomar materiales paganos, vestirlos de cristiano y
entregarlo como la panacea espiritual al mundo. Dios nunca aprobó las mixturas
con la idolatría y con las costumbres de las naciones. ¿Quién nos ha autorizado
hoy para mezclar, en pro de la evangelización, la luz y las tinieblas?
Meditemos en esto, y no nos justifiquemos en la falsa interpretación de la
libertad que nos da la gracia de Dios, y no desechemos esta observación,
diciendo que solo es un análisis legalista y farisaico.
He aquí lo
que Dios nos enseña:
“Que
comunión la luz con las tinieblas? ¿Qué concordia Cristo con Belial? ¿Y qué
acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? …Salid de en medio de ellos,
y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo” (2corintios 6:14-18
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