John G.
Reisinger
Introducción
"Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas:
A él sea la
gloría por siempre. ¡Amén!"
—Romanos.
11:36
Hay seis
principios básicos que rodean la soberanía de Dios en la providencia. Estas se
en¬cuentran en toda la Palabra de Dios y sostienen su mensaje de salvación. Es
necesario entender y creer estos seis principios para poder comprender
bíblica¬mente a Dios mismo y a la teología de su Gracia So¬berana. La
comprensión y la aplicación de estas verdades a la vida cotidiana, es el
cimiento de la es¬peranza que lleva a uno al verdadero gozo en el Señor. Es
imposible sentir la esperanza de la seguri¬dad y la confianza en el corazón,
mientras vivamos en este presente mundo tan loco, sin aquel conoci¬miento y
apreciación de la Soberanía de Dios en la providencia incorporada en estas seis
verdades bíbli¬cas.
Lector,
¿entiende usted de manera muy per¬sonal, el mensaje de esperanza y de gracia
que es presentado en la Palabra de Dios? o, ¿experimenta usted problemas cuando
trata de entender como las cosas no encajan una con la otra? ¿Puede aplicar las
verdades de la Biblia a su vida cotidiana? o, ¿le pa¬recen las doctrinas de la
Palabra de Dios muy ajenas a la vida real? Este artículo se ha escrito con el
propósito de ayudarle a entenderlas con claridad y le ofrece ayuda en dos áreas
específicas: (1) Está diseñado a ayudarle a entender lo que la Biblia en verdad
dice y propone, y luego (2) le ayuda a apli¬car ese mensaje a situaciones de la
vida real en el mundo al que usted personalmente se enfrenta.
SEIS
PRINCIPIOS BÁSICOS
Quisiera
primero darle una lista de los seis princi¬pios y luego explicárselos uno por
uno:
1.1. Dios
tiene un plan y un propósito bien definidos
para el mundo
(Job 23:13, Efe. 1:8-12).
2.Dios
siempre está en control de todas las cosas y constantemente se ocupa en lograr
suplan (Hab. 1:1-11; Isa. 10:5.,6).
3.Dios
controla y usa a todas; las personas, aún al Diablo, en la ejecución de sus
planes (Isa. 10:7-11; Sal.76:10).
4.4. Dios
castiga a los que usa para lograr sus propósitos cuando ellos actúan sobre
motivos equivocados. (Isa. 10:12-16; Hch. 2:23,24; Mat.27:15-26).
5.Todas las
cosas provienen de Dios, pero el Diablo es el agente de toda la maldad
(2Sam.24:1; 1Crón.24:l).
6.Aunque
toda enfermedad y aflicción son parte de
los propósitos de Dios y se encuentran bajo su control soberano, no
es lógico deducir de esto que toda enfermedad y aflicción son castigos por
haber pecado (Job. 1:1, 6 al 2:10; 13:15).
Antes de
escudriñar más de cerca estos seis princi¬pios, quiero agitar un poco su mente
para que me preste más atención. Voy a probar tanto su conoci¬miento básico de
la Escritura como su habilidad de aplicar la misma a las situaciones de la vida
real. To¬dos somos lentos para pensar en una manera profun¬da, especialmente si
se trata de algún tema que es para nosotros nuevo. Somos algo como un
tocadiscos que da vueltas y vueltas en la misma ranura. Pero quiero asegurarme
de que usted esté despierto y atento a lo que estamos tratando.
Vamos a
suponer que el siguiente domingo usted se encontrara frente al espejo
rasurándose y a la vez escuchando la radio. El locutor anuncia que la noche
anterior exactamente a la medianoche cada casa de prostitución, cada tienda
donde se venden revistas pornográficas, cada casino y cada lugar donde se
practica todo tipo de pecado, misteriosamente se cayeron y quedaron totalmente
destruidos. Segura¬mente su reacción a este anuncio seria exclamar:
"¡Gloria a Dios!". Entonces cuando ya esté en la clase de la Escuela
Dominical, alguien le pregun¬tará qué piensa usted de lo ocurrido? Estoy seguro
que responderá "¡Es la mano de Dios! ¡Dios lo hi¬zo!" y de cierto,
usted tendrá la razón. Los incrédulos no van a aceptar su explicación y los periódi¬cos
y comentarios televisivos inventarán todo tipo de teorías, pero usted atribuirá
todo lo sucedido a Dios y se regocijará en su obra soberana.
¿Fue Dios, o
Fue el Diablo?
Ahora bien,
vamos a suponer que el siguiente dom¬ingo esté usted todavía con la rutina de
siempre, rasurándose y escuchando la radio, y el mismo locutor anuncia que
anoche exactamente a la medianoche cada templo evangélico en el país
mis¬teriosamente se cayeron y quedaron totalmente des¬truidos. Y ¿cómo
reaccionará usted a esta noticia? Dirán la mayoría de los cristianos
"¡Gloria a Dios!"? o, ¿dirán: "¡Fue obra del Diablo!"?
Pero, ¿por
qué atribuir la destrucción de los lugares malos a Dios y luego culparle al
Diablo cotí la destrucción de las iglesias? Si entendemos bien cla¬ramente la
Escritura, como por ejemplo los pasajes como Rom. 11:36 y 8:28, entonces
tenemos que reco¬nocer la mano de Dios en los dos eventos. El propósito
primordial de este mensaje es el de en¬señarnos que Dios soberanamente controla
cada cosa que pasa, sea "buena" o "mala". Dios está
envuelto en alguna manera u otra, en cada evento y en cada detalle, por pequeño
que sea, de todos los eventos. Si esto no es la verdad, entonces no tenemos
ninguna esperanza en medio de una generación tan confusa.
Cuando la
gente atribuye todo lo bueno a Dios y todo lo malo al Diablo, son culpables de
una herejía antigua llamada el "dualismo". Esta herejía básica¬mente
comprende a Dios y al Diablo (el Bueno y el Malo) como dos poderes
independientes y soberanos que luchan entre sí para ai final controlar
completa¬mente al mundo. Nosotros esperamos arduamente que nuestro líder gane,
pero a veces las cosas no pa¬recen caminar bien. Desgraciadamente la mayoría de
los cristianos son culpables de creer en esa herejía, especialmente los del
movimiento carismático, y cu¬alquier otro que predique, como ellos, que la
salud y las riquezas son derechos de cada cristiano, y así cul¬pan al Diablo de
todo lo que le estorba en su búsque¬da de estas dos cosas. Esta es la herejía
del dualismo en su mayor manifestación.
El
"Dualismo" Es Herejía
Y, ¿cómo
puede un cristiano sincero creer esto? ¿Por qué atribuye el bien a Dios y el
mal al Diablo, y así, sin darse cuenta, niega la soberanía de Dios?
Proba¬blemente es porque quiere "proteger" a Dios. Tratan de hacerlo
más fácil de creer y amar, atribuyéndole todo lo que les parece bueno. Por
ejemplo, una jo¬ven enfermera que trabajaba en la sala de urgencias de un
hospital me dijo que cuando llegaba un pa¬ciente accidentado, miembro de cierta
iglesia en ese pueblo, el pastor de esa iglesia corría siempre al hospital. Sus
primeras palabras pronunciadas a la victima y a su familia eran estas:
"Acuérdense, Dios no tuvo nada que ver con esto". Supongo que este
pobre hombre temía que sus feligreses fueran a des¬ertar de la fe. Pero si
usted piensa por un minuto sobre lo que este predicador decía, pueden
com¬prender lo ridículo que era. Este hombre quería "proteger" a
Dios, pero en realidad, estaba prepa¬rando terreno para la desesperación y la
increduli¬dad. Dejaba a la persona lastimada totalmente en las manos o de
Satanás o de un fatalismo cruel. Incon¬scientemente quitaba a Dios de la escena
cuando en realidad la persona tenía necesidad de sentirse segu¬ra del control
soberano de Dios sobre todas las co¬sas.
Un Ejemplo
Personal
Una tarde un
hombre dio su testimonio y contaba de un amigo suyo que murió en un trágico
accidente aéreo. El oficial encargado de la situación trataba de consolar a la
madre del muerto y dijo lo si¬guiente:
"Es
imposible que este accidente vuelva a repetirse. Es una rareza que no volverá a
ocurrir. Nadie podía haberlo pronosticado, nadie pudo controlar los eventos.
Simple¬mente no hay una explicación lógica para lo que pasó".
La mujer era
una cristiana que entendía las verdades que aquí estamos exponiendo y ella
respondió al ofi¬cial:
"Señor,
quizá usted no cree que Dios estaba envuelto en este accidente de mi hijo, pero
yo si. No tengo idea del por¬que Dios escogió dejar pasar esto, pero sé que era
parte de su propósito divino y su mano estaba siempre en un control total de la
nave, de las condiciones atmosféricas y de la vida de mi hijo".
¡Cuan
diferente la teología de esta madre y la de aquel predicador en la sala de
emergencias!
¿Qué Tan
Poderoso Es Dios?
Vamos a
suponer que usted es víctima de un acci¬dente y sufre mucho dolor. ¿Le servirán
de consuelo la teología y las palabras de aquel predicador? ¿Cómo sentirá si
alguien le dijera que Dios no tuvo nada que ver con lo que pasó? Cuanto tiempo
tendrá que pasar antes de que usted empiece a pensar muy seriamente y a hacer
preguntas como esta: "¿Dónde estaba Dios cuando esto ocurrió? ¿No lo
podrís ha¬ber impedido? ¿Por qué no lo evitó? ¿Era más tuerte el Diablo que
Dios en esta situación? ¿Será que el Diablo logró causar este accidente, aunque
Dios es¬taba desesperadamente tratando de evitar que pasa¬ra? Usted pronto
empezaría a pensar que el predicador sí tiene la razón, y tai vez Dios no es
tan poderoso como pensaba.
Estoy seguro
de que usted puede comprender que si Dios no es lo suficientemente grande para
controlar las cosas malas, así como las buenas, entonces nos encontramos en un
gran problema. Cuando las cosas malas llegan a ser más numerosas que las
buenas, (como lo son en estos días) entonces nos parece que estamos perdiendo
la batalla Nos parece que nues¬tro lado es el mas débil. Y, aunque usted no se
haya dado cuenta, esto es exactamente lo que ha pasado en el corazón de muchos
de los cristianos contem¬poráneos. Esta generación se ha olvidado de la so¬beranía
de Dios y ha exaltado la soberanía del libre albedrío del hombre. Hemos
olvidado la santidad de Dios, y en su lugar hemos enaltecido la felicidad
personal del hombre como el objeto principal que buscar y como la meta
principal! del evangelio. Es¬tamos tan ocupados con nosotros mismos y con
nuestro placer, que literalmente creemos que Dios sólo existe para el propósito
de hacernos felices, dándonos todo lo que nuestros corazones egoístas desean.
Dios es considerado como un mozo celestial que está siempre a la orden para
cumplir nuestro mandato, y estos mandatos los llamamos "oraciones de
fe". Cuando no recibimos le que queremos, entonces nos condenamos a
nosotros mismos por una falta de te, o perdemos la confianza en las promesas de
Dios (o, más bien en 10 que nosotros equivocada¬mente creemos que son sus
promesas).
La Causa De
La Desesperación Moderna
Entre más
parezca que el pecado triunfa, más nos parece como si Dios estuviera perdiendo
la guerra por causa de su debilidad. La desesperación, frustra¬ción y depresión
de ésta presente generación existencialista, es producto del mal entendimiento
del control soberano de Dios sobre todas las cosas. El evangelio que enseña que
Dios quiere que usted sea rico y sano, va a ser la causa primordial del abando¬no
de la te de esta generación. El "dios amoroso" que se supone le va a
dar todo lo que su corazón de¬sea, será al final despreciado y ridiculizado,
cuando no pueda cumplir los antojos.
Si un
cristiano que vive en tiempos malvados como los de ahora, realmente entiende la
Escritura, él es como un niño que jugaba baseball. Vino un hombre y le pregunta
del marcador y el niño contesta: "40 a O". El hombre entonces
pregunta "¿y cuál equipo está ganando?", y el niño contesta: "el
otro". El hombre quería mostrarse compasivo y dijo "tu has de estar
muy desanimado, ¿verdad?" Pero el niño dijo: "no, no en lo más
mínimo, todavía no nos toca nues¬tro turno al bat".
El cristiano
no ve los encabezados de los periódi¬cos, no se fija en los pronósticos de los
expertos, no se impresiona con tantas predicciones de tos profetas. El hijo de
Dios, con un claro entendimiento de la Escritura mira a la soberanía de Dios
revelada en esta Escritura. Un creyente verdadero sabe que los suyos van a
ganar a pesar del marcador mundanal. Sabe que Jesucristo es el Señor a pesar de
lo que pasa en el mundo o en su vida personal. Confía que todo, al fin, será
para su propio bien y para la gloria de Dios.
El Calvario
Fue Un Día Victorioso
Jesucristo
nunca fue más Señor, y el Padre nunca estuvo más en control de todas las cosas,
que en aquel día cuando los pecadores "con manos in¬icuas", (sin
estar conscientes de que estaban cum¬pliendo los decretos de Dios), clavaron a
nuestro Salvador en la cruz. Nuestro bendito Señor nunca experimentó antes más
el control, nunca había sido antes más soberano o más poderoso, de lo que era
en el momento cuando los hombres le gritaron en burla: "Ahora, ¿dónde está
su Dios?". Le retaron a comprobar que él era el Hijo de Dios, bajándose de
la cruz. Y si usted y yo hubiéramos estado aquel día al pie de la cruz,
probablemente hubiéramos pensa¬do seriamente sobre la cuestión de sí Dios en
reali¬dad era el Padre de Nuestro Señor Jesús. Y si lo era, ¿por qué no le
ayudó? ¿Por qué permitió que todas esas cosas le pasaran a su hijo amado? Nunca
hu¬biéramos entendido si no fuera por la revelación, que aquella hora, es aquel
día, era el punto especifi¬co en el tiempo, hacia el cual Dios movía desde el
día que Adán pecó.
Nunca ha
habido un día cuando Dios fuera más triun¬fante, en su poder, en mi amor y en
su santidad, que aquel día de la cruz del Calvario. Jesucristo no era un
mártir; el Hijo de Dios no fue una simple víctima. Ese día en el Gólgota era el
día de la victoria divina, no un día de derrota. Dios era el director de la
esce¬na, y controlaba cada detalle del evento. El mundo y el Diablo pueden
haber pensado que el plan y propósito de Dios había sido detenido, pero estaban
equivocados. El Calvario fue un día de victoria glo¬riosa para la Gracia
Soberana. Los pecadores se jac¬taron y lo ridiculizaron, sudarse cuenta de que
sus pensamientos y acciones cumplieron los propósitos preordenados.
Ahora vamos
a examinar los seis principios de la Pa¬labra de Dios sobre los cuales estas
verdades glorio¬sas son edificadas:
DIOS TIENE
UN PLAN
El primer
principio empieza con Dios y sus propósi¬tos. Dios tiene un plan definido para
el mundo (Job. 23:13; Efe. 1:8-12). No quiero dedicar mucho espacio a este tema
porque espero escribir todo un artículo sobre el asunto más adelante, permítanme
dejarles un bosquejo sobre esta verdad anotando varios versículos de la
Escritura:
"Pero
si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo"
—Job.23:13.
1.Dios TIENE
un plan: ...él DETERMINA una cosa...su alma DESEO…"
2.El plan de
Dios NUNCA CAMBIA: "¿quién lo hará CAMBIAR?".
3.El plan de
Dios TIENE QUE SUCEDER: "...deseó, e HIZO".
4.El plan de
Dios INCLUYE TODAS LAS COSAS que suceden: "...habiendo sido predestinados
conforme al propósito del que hace TODAS LAS COSAS según el designio de su
voluntad" —Efe. 1:11.
"Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que CONFORME A SU PROPOSI¬TO son llamados" —Rom.8:28.
El pelagiano
niega que Dios tenga un plan. El arminiano niega que el plan sea específico e
incluya to¬das las cosas. Las confesiones de fe dicen: "Dios, desde toda
la eternidad y por el consejo sabio y san¬to de su propia voluntad libre, sin
coerción e inmu¬tablemente ordenó todo lo que sucede". Vean los siguientes
textos:
Dios hace
todo DELIBERADAMENTE —Sal. 115:3.
Dios hace
según a él le PLACE —Sal, 135:6.
“Dios hace
todo según su eterno conocimiento, poder y deseo” —Isa. 46:10 y Hech. 15:18.
Si usted se
siente inclinado a rechazar lo que aquí se propone, le sugiero que vea algunos
otros versículos aún más "fuertes" (Deum. 2:30; 1Sam.16:14), y trate
de hacerlos caber en su modo de pensar. Una ilustración clásica de la soberanía
de Dios en el cumplimiento de sus propósitos se halla en 2Sam. 17: 1-14:
Vs. 1-3 —El
buen consejo es dado.
Vs. 4 —
Absalón está listo a actuar.
Vs. 5-13 —Un
mal consejo es dado deliberadamente.
Vs. 14 —Dios
había ordenado que Absalón creyera una mentira.
Como ya
dije, solo les estoy dando un bosquejo sen¬cillo, más adelante les presentaré
más material sobre el tema. El asunto de los decretos de Dios es un tema por
separado y merece que se le dedique más espacio que el que tenemos disponible
aquí en este momen¬to. Ahora, seguimos al siguiente punto.
DIOS SIEMPRE
ESTA EN CONTROL
El segundo
principio surge del primero, Dios no sólo tiene un plan, sino que también lo
lleva a cabo. El segundo principio es que Dios siempre está en con¬trol de
tenias las cosas y constantemente está traba¬jando para lograr su plan (Hab.
1:1-11; Isa. 10:5,6).
A veces su
plan incluye el avivamiento, días en los cuales (como en Pentecostés), miles de
almas fuer¬on llevadas al Reino de Dios. Pero también incluye oíros tiempos que
son de juicio. Isaías llama al juic¬io de Dios su "obra extraña",
pero, de todos modos, es su obra. Y así como hay días de Pentecostés cuando
miles de almas son salvas, también hay días de juicio cuando una inundación
universal barre a casi toda la raza humana a la condenación eterna. Tenemos que
entender que Dios es tanto el autor de un día como del otro. Sea el Pentecostés
o sea la inundación, sean eventos como los de Hechos capítulo 2 o eventos como
el de Génesis 6, Dios está en control y hace funcionar su plan. Las lluvia y la
cosecha así como la sequía y el granero vacío provienen de (a misma mano del
soberano Dios. Tenemos que aprender a glorificarle bajo todas las
circunstancias (Hab.3:17-19).
El Silencio
De Dios
El primer
texto de la Escritura que quiero mos¬trarles para comprobar este punto, se
halla en el libro de Habacuc. Este libro fue escrito principalmente para darnos
una perspectiva bíblica de la historia. El profeta trata con un problema que es
común también en nuestro tiempo. Contesta la pregunta: "¿Cómo puede un
Dios santo dejar que los hombres malos triunfen sobre los justos?". Es cierto
que los malos salen venciendo, y normalmente lo hacen a expensas de los justos.
Podemos volver a hacer la pregunta utilizando otras palabras: "¿Por qué es
que Dios a veces parece estar sordo ante las oraciones de su pueblo, cuando
estos claman en tiempos de problemas y confusión?". Bueno, vamos a buscar
en el texto la contestación a esta pregunta:
"La
profecía que vio el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no
oirás; y daré voces a ti a causa de la vio¬lencia, y no salvarás? ¿Por qué me
haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están
delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es
debilitada, el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al
justo, por eso sale torcida la Jus¬ticia".
"Mirad
entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días,
que aún cuando se os con¬tare, no la creeréis. Porque he aquí yo levanto a los
Caldeos, nación cruel y pres¬urosa, que camina por la llanura de la tierra para
poseer las moradas ajenas" —Hab. 1.1-6,
Al leer este
pasaje, fíjese en el versículo 2 donde Habacuc ora a Dios y le acusa de no
oírle, de no contestar sus llamadas, Habacuc clama a Dios a mandar un
avivamiento, pero en lugar de esto le parece que Dios no hace nada y hasta deja
que las cosas em¬peoren. Habacuc mira alrededor y ve la violencia, corrupción y
la injusticia por todos lados. Y le pa¬rece que Dios no hace nada para
detenerlo. Habacuc quiere un avivamiento pero sólo ve que aumenta la rebelión contra
la ley. El versículo 3 dice que Dios le hace ver a Habacuc la situación tan
terrible. Es como si Dios quisiera que Habacuc vea y reconozca la violencia. En
el versículo 4 Habacuc concluye que la justicia sale torcida. Es decir,
describe la so¬ciedad como sin ley, donde los hombres malos, si tienen los
recursos, puede hacer lo que quieren. En los primeros cuatro versículos se ve
la acusación de Habacuc contra Dios. Habacuc achaca a Dios de ser sordo o
impotente para oír y contestar las oraciones. Dios le parece o incapaz o sin
voluntad de hacer algo tocante a la situación de la sociedad y Habacuc malgasta
su tiempo en orar.
En el
versículo 5 Dios contesta a Habacuc, y su respuesta es más difícil entender que
su silencio. Ahora bien, recuerde usted lector, que Habacuc ora tocante al
pueblo del pacto de Dios, la nación de Israel. Quisiera que el lector notara lo
que dice el versículo 5: "haré en vuestros días algo…" y luego en el
versículo 6 dice: "levanto a los caldeos…" En otras palabras Dios
responde a Habacuc y cuando le dice lo que va a hacer el profeta se entristece
aún más Al principio Habacuc se encontró molesto por la aparente inactividad de
Dios, pero ahora su pro¬blema está con la actividad que Dios dice que va a
desarrollar. Le parece que Sus propósitos divinos que se cumplirán son peores
que la presente situación. Pero ¿exactamente qué iba a hacer Jehová? En ese
mismo momento Dios estaba fortaleciendo a la na¬ción caldea y preparándoles
para invadir la nación Israelí Los caldeos serían el instrumento divino para
castigar a Israel. Esto es lo que el texto nos aclara. Los caldeos ya vienen y
Dios mismo es el respon¬sable de haberles mandado.
"El
Diablo Lo Hizo"
La mayoría
de los predicadores que son populares entre la comunidad evangélica moderna,
dirían que "¡Dios es un Dios bueno y sólo hace cosas buenas para con su
pueblo, por eso usted puede esperar de él que algo bueno le acontezca hoy! Es
verdad que la invasión de los caldeos iba a ser usada por Dios para lograr
propósitos buenos. En realidad los tiempos terribles serían el medio de traer a
Israel al arrepentimiento y así la oración de Habacuc por el avivamiento de su
pueblo sería contestada. Sin embargo el Dios de Habacuc y sus métodos no
cabrían dentro del concepto moderno de Dios y su soberanía. Pero cuando leemos
esta historia de Habacuc, tenemos que comprender que cuando los Caldeos
invadieron a Israel, no fue el diablo quien los mandó para hacer mal a Israel,
sino que fue Dios mismo quien los mandó para lograr un fin bueno. No importa
cual sea lo que nos deje perplejos a nosotros, si acontece, es la mano de Dios
que lo controla, porque de otra manera no nos sucedería, Dios nos manda estos
"males" para lograr algo en nuestras vidas. Entonces debemos nosotros
buscar su rostro y pedirle la gra¬cia necesaria para aprender la lección que él
quiere enseñarnos por medio de esta prueba, en vez de cul¬parle al diablo de
todo lo que nos parece malo.
Echarle la
culpa al diablo por todas las dificultades que experimentamos es una manera
insincera y sarcástica de fortalecer el injustificado amor propio. Hasta he
oído a algunos decir "debo ser un cristiano super-espiritual porque el
diablo me ataca fuerte¬mente". Pero hasta no ver la mano de Dios en todas
las cosas, pelearíamos contra Dios y contra el propósito que él tiene en
mandarnos los problemas. No hay otra cosa más triste que el escuchar a una
persona sincera culpar al diablo por los frutos de su propia estupidez. Y
siente que el diablo lo ha de haber hecho y no él mismo, porque es tan
espiritual. Nunca se le ocurre pensar que estaba creyendo y esperando algo que
Dios nunca prometió, y al mis¬mo tiempo rehúsa aceptar que las circunstancias
provienen de Dios. Su teología mala le prohíbe oír la voz de Dios en las luchas
y pruebas, y peor aún, le endurece en su falsa espiritualidad.
Lector, ¿no
ve usted lo que el texto dice? "Yo (no el diablo) haré una obra" y
esta obra es una de casti¬go. Vea otra vez en el versículo 6 que es Dios quien
levantó a los caldeos. Dios es el que manda esa na¬ción temible contra su
pueblo escogido. Más adelante en el capítulo, Dios demuestra que va a juzgar a
los caldeos por lo que ellos hicieron, pero habla¬remos de esto más adelante
cuando consideraremos otro principio.
Siendo que
este segundo principio es tan importante, y siendo que es el cimiento de todo
lo que sigue, permítame darle otro pasaje que enseña la misma verdad. En el
capítulo diez de Isaías se encuentran tres de los principios que les estoy
presentando en este estudio. El segundo principio que hemos estado buscando se
encuentra en los versículos 5 y 6.
"¡Ay de
Asiría, la vara de mi ira! Pues en su mano está puesto el garrote de mi fu¬ror.
La mandaré contra una nación impía, y la enviaré contra el pueblo que es objeto
de mi indignación, a fin de que capture botín y tome despojos, a fin de que lo
ponga para ser pisoteado como el lodo de las calles".
En vez de
usar a los caldeos, Dios en este ejemplo, ahora usa a los Asirios. En el
versículo 5 declara que el garrote en la mano del asirio es en realidad el de
Dios. El asirio puede ser el que maneja el arma, pero atrás del asirio está la
mano de Dios y sus propósitos. En el versículo 6 Dios dice: "La mandaré
contra una nación impía, y la enviaré contra el pueblo que es objeto de mi
indignación"; Dios, no el diablo, manda al Asirio contra Israel.
Seguramente usted lector puede ver esto en el texto. Dios está obrando
sobera¬namente. Está totalmente en control y está logrando sus propósitos que
antes ordenó. El predicador más peligroso es aquel que, pareciendo tan dulce y
tier¬no, le dice "mi Dios es demasiado amoroso y mis¬ericordioso para
hacer algo como eso". Desgraciadamente esos predicadores tienen la razón;
"su" Dios de ellos surgió de sus propias ima¬ginaciones en vez de las
palabras de la Escritura.
TODO EL
MUNDO TRABAJA PARA DIOS
Aquí está el
tercer principio. Al ejercitar sus planes, Dios usa a todos, aún al diablo
mismo. Al contem¬plar este principio por primera vez, para muchos es una idea
desagradable. ¿Qué? ¿Dios usar al diablo? Si, así es. Todos, aún el diablo
sirve a los propósitos divinos. Aunque un siervo cumpla su servidumbre
rechinando los dientes y odie a su amo, es, sin em¬bargo, un siervo. Y así es
con el diablo. Satanás nunca ha hecho nada porque ama a Dios. Nunca ha hecho ni
una cosa con el propósito de traerle gloria. Todo lo que el diablo hace es
porque aborrece a Dios y quiere frustrar sus propósitos. Sin embargo, al final,
todo lo que el diablo ha hecho servirá para fomentar los propósitos de Dios. Si
hay en verdad alguien de quien se puede decir en verdad que nació para perder,
es el diablo mismo. En el día final, será demostrado que nunca ganó ni en lo
más mínimo.
Veamos esta
verdad ilustrada en Isaías capítulo 10, versículos 7 al 11:
"Pero
ella no lo imaginará así, ni su co¬razón lo pensará de esta manera. Más bien,
la intención de su corazón será des¬truir y exterminar no pocas naciones.
Porque él dice: 'Mis príncipes, ¿no son todos reyes? No es Calne como
Carquemis? ¿No es Hamat como Arfad? ¿No es Samaria como Damasco? Como mi mamo
alcanzó los reinos de los dioses, a pesar de que son imágenes talladas eran más
que las de Jerusalén y de Samaria; como hice a Samaria y a sus dieses, ¿no haré
así a Jerusalén y a sus Ídolos?"
El texto
está claro, el asirio no tiene en mente el mismo propósito que Dios. En
realidad es obvio que el asirio no piensa en Dios. Todo lo que esa nación
arrogante piensa es en destruir otra nación y robarle sus riquezas. Sin
embargo, sin que el asirio se de cuenta, Dios es el que dirige la situación. El
mueve tanto la mente como las emociones del asirio. El Señor soberano dirige
todas sus acciones para procu¬rar el cumplimiento de su propósito en juzgar a
Is¬rael.
La Ira Del
Hombre Glorifica A Dios
El versículo
10 del Salmo 76 es un versículo muy interesante e ilustra lo que estoy
enseñando. "Cierta¬mente la ira del hombre te traerá
reconocimiento...".
En otras
palabras, el hombre está lleno de ira contra Dios y su autoridad. Dios no puso
la ira en el hombre, ni es Dios responsable por las acciones del hombre en las
cuales su ira halla expresión. El "libre albedrío" del hombre es 100%
responsable por toda la ira y pecado que se hallan en el corazón y por cada
acción producida por esa ira y pecado. Sin embargo, Dios totalmente controla y
dirige el corazón del hombre. Toda la ira del hombre que avanza el propósito
divino es permitido mani¬festarse y es usada y controlada por Dios para lograr
el fin preordenado. Por el otro lado, también existe en el corazón del hombre
mucha ira que no cabe en los propósitos divinos. Esta ira Dios la suprime y la
deja hallar expresión. Dios es el que decide cuando y como será manifestada las
ira del hombre y tam¬bién usa cada expresión de ella para llegar al cumplimiento
de una parte específica de su plan.
Recuerdo que
me sorprendió cuando por primera vez oí decir que "el diablo es el siervo
más trabaja¬dor que Dios tiene". Pero en el momento que Dios me mostró la
verdad de su soberanía absoluta, in¬mediatamente comprendí la verdad de ese
dicho. Por supuesto el diablo hace todo por pura ira, sin embargo, Dios lo
controla y lo usa. Tal vez una ilustración nos serviría aquí para ayudarnos a
en¬tender este punto.
Una
Ilustración De La Soberanía De Dios
Un hombre muy
rico llamado el Sr. Rico tenía una hacienda en la cual se hallaba todo tipo de
árbol. El era un hombre solterón, y nunca se había casado. Tampoco te gustaban
los animales y por eso no tenía ningún perro o gato. Pero trató a sus árboles
como si fueran gente, y a cada uno le dio nombre. Pero había un árbol en
particular que era su favorito. Desgracia¬damente otra persona, el Sr. Malo, le
odiaba y quiso hacerle mal. Pero su enemigo no podía encontrar la manera de
cumplir sus malos deseos contra el Sr. Rico. Una noche el Sr. Malo pensó en un
modo de herir al Sr. Rico. El Sr. Malo subió por el muro de la huerta del Sr.
Rico y procedió a cortar el árbol favor¬ito del Sr. Rico. El sólo pensar en el
dolor que el Sr. Rico sentiría al saber que su árbol favorito había sido
cortado, le hizo al Sr. Malo trabajar con más gusto. Con su hacha pegaba más y
más fuerte al árbol y por fin este empezó a caer. Pero el Sr. Malo estaba tan
emocionado que corrió en la dirección equivocada y el árbol cayó sobre él y lo
clavo al suelo.
Un poco
después del amanecer, el Sr. Malo vio a dos varones quienes caminaban hacia él.
Dijo: "Sé que me han agarrado, sé que seré castigado, pero no me importa,
porque ¡he logrado arruinar su árbol favor¬ito" El pobre hombre estaba tan
lleno de odio con¬tra el Sr. Rico que sólo repetía con júbilo "Arruiné tu
árbol, arruiné tu árbol!". El Sr. Rico le miró y dijo "este hombre
que me acompaña es un arquitecto. Tengo que cortar uno de mis árboles para
construir una casa de verano para mis padres y ya había esco¬gido este lugar.
Traje a este hombre para enseñarle cual de los árboles había de cortar pero veo
que usted ya me ha ahorrado la molestia. Muchas gra¬cias."
Lector, creo
que usted ya me entiende. Todo lo que el diablo hace siempre avanza en alguna
manera los propósitos de Dios. Necesitamos acordarnos de que Dios cumple sus
designios en un mundo' lleno de pecado. Por eso hay mucho trabajo desagradable
que hacer. Pero Dios nunca ensucia sus manos por¬que el diablo con gusto hace
esos trabajos. Los her¬manos de José hicieron lo que hicieron por el odio que
sentían por su hermano, pero Dios lo determinó para el bien de José
(Gén.50:15). El asirlo y el cal¬deo fueron motivados por el amor al poder y a
las cosas lobadas, pero Dios estuvo en cada movimien¬to de sus ejércitos.
Dios Castiga
a las Mismas Personas que El Usa para Lograr Sus Propósitos
Este cuarto
principio es uno de los más difíciles. Dios castiga a las mismas personas que
él usa para lograr su plan, cuando estas hacen lo que hacen con un motivo incorrecto
y sin pensar en Dios.
Vea otra vez
a Isaías 10:12,13:
"Pero
acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte Sión
y en Jerusalén, castigará tam¬bién el fruto del corazón soberbio del rey de
Asiría y la gloria de sus ojos altivos. Porque ha dicho: "con poder de mi
mano y con mi sabiduría lo he hecho, porque soy inteligente. He eliminado las
fronter¬as de los pueblos, he saqueado sus tesoros y he derribado como hombre
fuerte a sus habitantes".
He aquí la
incredulidad arrogante y el sentido de au¬tosuficiencia del asirio. En verdad
se cree capaz de hacer todo por su propia sabiduría y poder. No tiene
pensamiento de Dios, ni tampoco lo reconoce. Si fuéramos a decirle la verdad de
lo que estaba suce¬diendo, probablemente rompería en carcajadas y mandaría
ejecutar a cualquiera que infiriera que hu¬biera persona más fuerte que él. El
siguiente versícu¬lo demuestra su engaño.
"Mi
mano halló como en un nido las ri¬quezas de los pueblos; y como se juntan los
huevos abandonados, así junté yo a toda la tierra. No hubo quien moviese un ala
o abriese el pico para chirriar" —Isa. 10:14.
Aquí el
pomposo rey se compara a sí con un hombre que roba los huevos de los pájaros
indefensos. Puede reírse de los ejércitos de todas las na¬ciones porque su
poderío es superior. Todos tienen temor de abrir sus bocas y protestar, y mucho
me¬nos de detenerlo en su camino. Ah!, pero ¡espérense un momento! ¡Escuchen a
otro que dice! Dios ha¬bla del porque sucedió la invasión de Israel y que es lo
que va a pasar a Asiría. En los versículos 5 y 6, Dios dijo que usaría a Asiría
para castigar a Israel. En el versículo 12 dice que sí la usó para castigar a
Israel, pero añada también que castigará al rey de Asiría por su corazón
soberbio. Dios ahora castiga al asirio por lo que hizo. El versículo 15 nos
dice el porque Dios está enojado con Asiría, aunque ella acababa de cumplir,
sin saberlo, el decreto de Dios. Lector, deje que estas palabras se establezcan
en su mente a pesar de lo que su teología le enseñe.
¿Se alza el
hacha por encima del que la maneja? ¿A quién simboliza el hacha? ¿Quién es la
persona que maneja el hacha? Se ensoberbece la sierra contra el que la maneja?
¿A quién simboliza la sierra? y ¿Quién la maneja? etc. ¿Puede un hombre alterar
los propósitos de Dios o controlarle a él? Vea Isaías. 10:15.
Sean como
sean sus propias ideas lector, este versículo está claro. Dios movió y usó al
asirio para alcanzar sus planes y luego lo castigó por lo que hizo, porque lo
hizo con un motivo incorrecto y sin pensar en Dios. Lector, ¿Le parece bien que
Dios use a las personas, que les guíe y que luego las casti¬gue? La
incomprensión de esta verdad es una de las razones mayores del porque el
cristiano ignorante tenga tanta dificultad en creer en ia soberanía de Dios. Es
que confunde totalmente el "libre albedrío" con la "libre
agencia" del hombre. En su mente con¬fusa piensa que sólo existen dos
posibilidades: (1) O el hombre es totalmente libre (hasta pensar que d poder de
Dios es limitado por la voluntad soberana humana), o, (2) el hombre es un robot
(la soberanía del hombre elimina su necesidad de hacer una elec¬ción correcta)
y por eso no es responsable de sus acciones.
Dios es
Soberano— -El Hombre Es Responsable
Estos
pasajes de la Escritura que estamos aquí com¬entando, le ayudarán a darse
cuenta de que las dos opciones arriba mencionadas son falsas. La Palabra de
Dios, desde su principio hasta su fin, enseña que Dios es absolutamente
soberano y controla a todo ser humano y a toda cosa mientras desarrolla su plan
y propósito preordenados. Sin embargo, la misma Bi¬blia también enseña que cada
ser humano es respon¬sable por cada una de acusaciones. Tal vez nuestras mentes
carnales se rebelen contra esta verdad. Pero las Escrituras nos enseñan que las
dos cosas son la verdad. Y si pensamos que una contradice a otra, entonces
debemos escuchar la declaración de las Es¬crituras. Aunque no entendamos o a
una de ellas, o a ninguna de tas dos, son realidades bíblicas y debe¬mos
creerlas porque son declaradas en su Palabra.
Dígame
lector, ¿no dice Isaías 10:5 y 6 y 12 explíci¬tamente que Dios controló y mandó
a Asiría a inva¬dir y castigar a Israel? ¿No declaran los versículos 7 al 11 y
el 15 que Asiria hizo lo que hizo con un co¬razón malo y arrogante? ¿Enseñan
enfáticamente los versículos 12 y 15 que Dios va a castigar deli¬beradamente a
Asiría por lo que hizo, a pesar del hecho de que Asiría cumplió con lo ordenado
por Dios y fue controlado por Dios?
Ahora, vamos
a ver otros textos que enseñan esta verdad. Hechos 2:23 es un versículo clásico
que une los decretos de un Dios soberano con los hechos libres de la criatura
responsable. En el versículo 22 Pedro recuerda a los judíos que Cristo comprobó
que era el Mesías. Luego leemos estas palabras: "A éste, que fue entregado
por el predeterminado con¬sejo y el previo conocimiento de Dios.,.". La
Nueva Versión Internacional lo dice así: "A éste se lo en¬tregaron a
ustedes con el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios."
¿Puede usted imagi¬nar como se pusieron las caras de algunos de los judíos
quienes unas semanas antes habían gritado "¡crucifícale?
¡Crucifícale!", cuando Pedro atribuyó todo el evento del Calvario al
propósito soberano y absoluto de Dios? Aquellos hombre estarían prestos para
quitarse de encima la responsabilidad de la muerte de Jesús. Hubieran querido
decir: "Fue Dios, y no nosotros". Desgraciadamente esto es
exacta¬mente lo que la teología arminiana les deja decir. Pero tomen nota del
resto del versículo: "...vosotros matasteis clavándole en una cruz por
manos inicuas" --Hech.2:23b.
En otras
palabras Pedro les dijo: "Es verdad, fue el propósito soberano de Dios que
Cristo fuera crucifi¬cado, pero eso no les quita la responsabilidad de haberle
matado. Ustedes actuaron con el odio de sus corazones y su sangre está sobre
ustedes". Mi esti¬mado lector, las palabras no pueden ser más claras. Este
versículo demuestra que Dios usó a los hombres malos para realizar sus decretos
soberanos y después les cargó la culpabilidad de su mala obra. Tal vez no podamos
entender como estas dos cosas pueden ser a la vez la verdad, pero no podemos
negar que la Pala¬bra de Dios declara las dos cosas. El arminianismo puede
negar la primera y el hiper-calvinismo la se¬gunda, pero nosotros preferimos
creer y predicar las dos.
Los Decretos
De Dios Y La Voluntad Del Hombre
Permítame
presentarle esta verdad en forma de una cita de uno de los puritanos ingleses:
"Lo que Dios decretó en la eternidad pasada, lo mismo demandará el hombre
en el tiempo". El "libre albedrío" siempre escogerá libremente
la misma cosa que Dios ha or¬denado y así cumplirá el propósito divino. Y, con
la misma exactitud Dios le considera responsable por todo lo que hace. No creo
que haya otro pasaje que aclare esta verdad mejor que el de Mateo 27. Todo el capítulo
está lleno con los intentos vanos de los hombres de negar la responsabilidad
personal. Primero Judas quiso desmentir su responsabilidad por la muerte de
Cristo, suplicando a favor de la inocencia de Jesús y regresando las treinta
piezas de plata a los sacerdotes y ancianos. Ellos, a su vez, respondieron:
"¿Y qué nos importa1?" Es decir, ¿qué responsabilidad tenemos? Pero
¿no fue responsabili¬dad suya la de estar seguros de la culpabilidad de Cristo
antes de ordenar su muerte1? Ciertamente eran responsables.
La historia
de Jesús ante Pilato nos cuenta de uno de los hombres más cobardes de todos los
tiempos. Pilato sabía sin duda que Jesús era inocente y aún así deliberadamente
distorsionó y destruyó la ley y la justicia al entregarle a los judíos. Trató
de abso¬lverse de la responsabilidad- Sin embargo Mateo aclara que todo este
evento aconteció porque Pilato cooperó con el "libre albedrío" de la
muchedumbre. Acuérdese, la multitud tenía el poder y la autoridad de escoger a
cualquiera para ser puesto en libertad:
"Ahora
bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente
escogiera" —Mat.27:15 NVI.
La elección
del prisionero fue dejada al "libre albedrío" de la muchedumbre, y
ellos deliberadamente y con conocimiento escogieron al notorio criminal
Barrabás. Y Pilato, sobrepasando las protestas de su esposa, su conciencia y la
ley tanto romana como hebrea, rehusó detener la injusticia y complació al
gentío. Cuando a estos les preguntaron que quería» hacer con "Jesús
llamado el Cristo", ellos gritaron al unísono "¡Crucifícale!",
Pilato usó otros argumen¬tos para persuadirles de no hacerlo, pero sólo
consi¬guió que gritaran aún más fuertemente "¡crucifícale!".
CULPABLE POR
SER TOTALMENTE LIBRE
Finalmente
Pilato trató de negar su responsabilidad lavándose las manos delante de la
multitud. Dijo: "Soy inocente de la sangre de este hombre, ahora es su
responsabilidad". La multitud respondió sin vaci¬lar y con gustó aceptó la
responsabilidad del asunto. Contestaron desafiantemente: "¡qué su sangre
sea sobre nosotros y nuestros hijos!". ¿Quién podría ser más culpable que
esa multitud? ¿Ha habido alguna vez alguien que cumpliera más detalladamente
(sin saberlo) los propósitos secretos de Dios?
Ahora,
escuche cuidadosamente dos preguntas sen¬cillas y sus contestaciones, tomadas
de Mat.27. (1) Pregunta: ¿Exactamente qué fue lo que el Todopo¬deroso decretó
en la eternidad pasada que iba a su¬ceder a su Hijo? Contestación: ¡Que seria
crucificado! Y, ¿cuál fue la demanda de aquella multitud? ¡La crucifixión del
Hijo de Dios! Ciertamente lo que Dios ordenó en la eternidad, e! hombre
libre¬mente cumple en el tiempo. (2) Pregunta: ¿Cuál es la única cosa que puede
satisfacer el carácter de un Dios Santo? Contestación: ¡La sangre derramada de
Jesucristo! ¿Cuál es la única cosa que podía satis¬facer el odio y la pasión de
aquella multitud? ¡El derramamiento de la sangre de Cristo! Lo que Dios ordena,
el hombre escoge por su propia voluntad en el tiempo señalado.
Antes de
continuar al siguiente principio, permítame enfatuar el electo práctico de este
que estamos tratando y que pueda tener en nuestras vi¬das. Nunca debemos sentir
que somos "víctimas" de los incrédulos. Siempre debemos ver la mano
de nuestro Padre celestial controlando todas las cosas. Si los malos
prevalecen, es porque Dios ha propues¬to usarlos para su propia gloria y para
nuestro bien.
A través de
treinta años que llevo en el ministerio, casi no he tenido problemas en
llevarme bien con los líderes con quienes he trabajado. Pero reciente¬mente, encontré
una excepción. Había trabajado con cierto diácono que en verdad me odiaba.
Hasta pienso que me hubiera matado si lo hubiera podido hacer sin sufrir
ninguna pena. Me acordaba de Simei. ¿Se acuerda usted de ese personaje del
Antiguo Testamento? Cuando David huía de Absalón, Simei maldijo a David
diciendo "¡hombre sanguinario y perverso, fuera! (2Sam.16:7) Uno de los
hombres de David quiso silenciar la lengua de Simei para siempre pero David
dijo: "si Jehová le ha dicho 'Maldice a David', ¿quién le dirá ¿por qué
haces es¬to?". David reconoció la mano de Dios.
Ese diácono
era como Simei. Cuando se reunía el cuerpo de diáconos el siempre engrandecía
cada cosa mala y sobrepasó todo lo bueno. Me era una molestia que no soportaba.
Lo curioso es que en realidad me ayudó a ser un mejor pastor, más que
cualquiera de los otros diáconos con quienes trabajaba. Admito que tengo una
tendencia de no cuidar de los detallitos, y muchas A veces los dejaba hasta el
último minu¬to, pero Simei siempre me recordaba de todas mis fallas Saben,
llegó el momento que di las gracias a Dios por ese hombre. Creo que Dios sabía
que yo necesitaba una "ayuda" y me mandó esa "ayuda" en
forma de un Simei. Y otra cosa, yo sabía que
Dios iba a
castigar a ese hombre por la "ayuda" que me prestó.
Castigado
Por Ayudar A Dios
Entiende
usted lo que estoy diciendo? Todo lo que hizo ese hombre en cuanto a su
relación conmigo surgió del odio de su corazón. No fue motivado por amor a Dios
o porque en verdad se preocupaba de la iglesia Sólo quiso perseguirme y hacerme
la vida miserable. Pero Dios lo usó para ayudarme a mí, porque ese hombre me
enseñó a cuidar de los detalles. Como creyentes nosotros podemos estar se¬guros
de que todo está bajo el control de Dios. Cuando le pedimos que nos enseñe algo,
muchas veces él contesta mandándonos personas que pue¬dan cumplir esa
necesidad. Si nos rebelamos contra sus "maestros" entonces estamos en
realidad rebelándonos contra Dios. Muchas veces quisiéramos escoger nuestros
maestros y también el "curso de estudio", pero cuando lo hacemos,
nunca aprende¬mos las lecciones. Dios manda la persona mejor calificada para su
oficio.
EL DIABLO ES
EL AGENTE DE TODA LA MALDAD
El quinto
principio es muy esencial para ayudarnos a comprender dos cosas a la vez: (l)sí
hay un dia¬blo, y (2)él está muy activo. Hemos visto que Dios controla todas
las cosas y usa a todos para lograr los propósitos que él antes ordenó. Sin
embargo, aun¬que todas las enfermedades y aflicciones provienen de la mano de
Dios, el diablo es el medio de toda la maldad En otras palabras, debemos ver a
la vez la participación de la mano del diablo y la de Dios en todas estas
cosas. Tengo en mi biblioteca un libro titulado 65 Equivocaciones en la Biblia.
Fue escrito por un predicador liberal. Pero pienso que la única equivocación
realmente aparente es el libro de ese hombre. Déjeme demostrarle una de las
"equivoca¬ciones" según ese autor:
“Volvió a
encenderse el furor de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos
diciendo “Ve y haz el censo de Israel y de Judá” —2Sam 24:1.
“Satanás de
levantó contra Israel e incitó a David a que hiciese un censo de Israel” 1Cron.
21:1
Es obvio que
los dos versículos se refieren al mismo evento (cuando Dios castigó a Israel y
a David por haber tomado un censo de sus habitantes). Es tam¬bién obvio que un
pasaje dice que fue Dios quien in¬stigó el censo y el otro afirma que fue el
diablo quién indujo que se hiciera. ¿Cuál de estos pasajes es el correcto? Si
entendemos el principio que aquí estoy exponiendo, entonces nos es claro que
tanto Dios y Satanás estaban envueltos en el asunto. Fue el propósito de Dios
(cual propósito Satanás ignoraba) y el odio de Satanás (cual odio Dios usó) que
logró que el censo se efectuara. Dios empleó tanto el or¬gullo de David como la
saña del diablo para llevar a cabo sus intenciones. Nos es necesario entonces
ob¬servar la mano de Satanás como el agente quién trae el mal y a la vez
descifrar la mano de Dios que mo¬tivó y controló lo que sucedió. Déjeme
ilustrar este principio con una historia:
¿Quién
Ordena Todas Las Cosas?
Una
ancianita estaba orando en voz alta frente a una ventana abierta. No tenía ni
dinero ni comida y su¬plicaba a Dios por su sostenimiento. Dos niños traviesos
la oyeron y quisieron hacer burla de ella. En una tienda compraron pan y leche.
Con cuidado, para que la anciana no les viera, colocaron los ali¬mentos en la
ventana. Cuando ella abrió los ojos y vio la comida, exclamó en acción de
gracias a Dios por haberle oído sus súplicas. De repente los niños gritaron
"mujer estúpida, Dios no le mandó estas cosas, Nosotros las pusimos aquí y
lo "hicimos para demostrarle que es usted muy ingenua. Dios no le dio este
pan y la leche, nosotros se los trajimos.
La mujer
sonrió y dio las gracias a los niños por la comida, pero luego dijo:
"Probablemente el diablo trajo estas cosas, pero es el Señor quien los
mandó". Lector, quiero que usted comprenda la diferencia. Cuando el
cobrador le trae la cuenta de la energía eléctrica, y es por una suma bastante
elevada, usted no se enoja con el cobrador, él no se la mandó, sólo se la
entregó. Y este es el principio que tenemos que ver en medio de todos los
eventos difíciles que nos suceden. Tomás Watson, un puritano inglés quien tenia
la habilidad innata de expresar la verdad con declaraciones cortas y precisas,
dijo lo si¬guiente:
"Dios
siempre tiene su mano metida en toda acción que incluye el pecado, pero él
nunca tiene parte en el pecado de la ac¬ción".
Si usted
puede entender esta cita entonces compren¬derá la totalidad de mi mensaje. No
importa lo que pasa, donde pasa, cuando pasa, o a quien pasa.
Si sucede,
entonces Dios tiene su mando en el asunto; lo controla. Pero, él no es culpable
del pecado o del odio que está en los corazones de los hombres que causan el
pecado.
Pocas
personas entienden la importancia de este principio en la vida cristiana
cotidiana. Nos dice la Escritura que debemos humillarnos bajo la mano
to¬dopoderosa de Dios, y sometemos a él. Sin embargo, también nos dice que
debemos resistir el diablo y nunca ceder a sus engaños y tentaciones. El
pro¬blema está en conocer y reconocer la diferencia entre estas dos cosas.
Muchos cristianos, con el pretexto de resistir al diablo, realmente se oponen a
la provi¬dencia soberana de Dios. Otros creyentes, con la dis¬culpa de
"dejar las cosas en las manos de Dios", deliberadamente ignoran su
responsabilidad personal de obedecer los principios y resistir la tentación.
Hasta que veamos tanto la mano de Satanás y la de Dios en los eventos,
estaremos en realidad luchando contra Dios pero pensando que estamos
resistiendo al diablo.
No Toda
Aflicción Es Castigo
Nuestro
último principio es un golpe al corazón del concepto erróneo del evangelio y
sus promesas. Aunque todas las aflicciones y las enfermedades están bajo el
control divino y son parte de los propósitos de Dios, no es verdad que todas
ellas son castigos por haber pecado. Algunas aflicciones sí son resultado del
pecado, y son mandadas para causar en nosotros el arrepentimiento y efectuar un
cambio en nosotros. Sin embargo, esto no es la verdad en todos los casos. A veces
Dios permite que los suyos su¬fran para demostrar el poder de su Gracia. Es
incorrecto que el cristiano piense que Dios le está castigando cada vez que
experimenta una aflicción. Dios sólo castiga el pecado en dos maneras: (1) en
Cristo: en él la pena de nuestra deuda es totalmente pagada, o, (2) el pecador
paga en el infierno. Aún cuando la aflicción sea una disciplina, una es de
carácter penal (es decir no proviene de Dios como juez), sino que es
correctiva, es enmienda (es decir proviene de nuestro Padre amoroso). Nuestro
Padre nos disciplina por medio de la aflicción, pero nunca nos condena.
El Caso De
Job
En el libro
de Habacuc y en el de Isaías, ya vimos como Dios usa la aflicción para traer el
arrepenti¬miento por el pecado, con el fin de mandar el avivamiento. También el
libro de Job habla de la aflicción, pero en un sentido totalmente diferente.
Ahora vamos a examinar los sufrimientos de Job y aprender bien este sexto
principio. En primer lugar, tenemos que usar un método correcto de interpreta¬ción.
La mayoría de los lectores suponen que Job era una persona altiva, tal vez
jactanciosa, y Dios le mandó las aflicciones para humillado. Nunca se les
ocurre pensar que los "amigos" de Job pensaban lo mismo que ellos,
pero tanto Job como Dios negaban que ese fuera el caso. No cabe duda de que Job
dijo algunas declaraciones necias y a veces se complacía en un auto
compadecimiento. Pero después de todo, sabemos que al fina! conoció a Dios en
un más grande sentido que en el principio. Fíjese en lo que Dios mismo dijo de
Job:
"Hubo
un hombre en la tierra de Uz, que se llamaba Job, Aquel hombre era integro y
recto, temeroso de Dios y apartado del mal” —Job 1.1.
Encuentro
difícil creer que sea posible leer estas pa¬labras y luego criticar a Job
diciendo que era un hombre farisaico. Si aceptamos esa idea, hacemos imposible
entender el sentido del libro de Job y el propósito de sus aflicciones. Y si
piensa uno que lo que se dice en Job. 1:8 no es una evaluación de lo que Dios
hace de Job sino que es la de otra persona, entonces debe leer las palabras de
Dios mismo en Job.1.8 y 2:3. La primera cosa que tiene que esta¬blecerse es
esta: las aflicciones mandadas a Job no tenían nada que ver con algún pecado
que Job podría haber hecho. Podemos ir aún más allá y decir que la tentación
más grande que Job tuvo que enfrentar, era la de creer que Dios le había
mandado esas aflic¬ciones porque había pecado. Pero Job no cedió a esa
tentación y este es el principio central del libro. El punto focal del debate
entre Satanás y Dios es esta cuestión: ¿continuará creyendo Job que todo lo que
le pasa proviene de la mano de Dios, y podrá seguir confiando y adorando a Dios
a pesar de creer esto? Y la respuesta es esta: Job perdió todo lo que tenía
pero no abandonó a su Dios, aún cuando no podía encon¬trar una explicación a lo
que le sucedía.
Un Desafío
El libro de
Job empieza con un diálogo entre Sa¬tanás y Dios que concluye con un diálogo
entre Dios y el diablo. Vea esto en los siguientes versículos:
"Aconteció
cierto día que vinieron los hijos de Dios para presentarse ante Jehová, y entre
ellos vino también Satanás. Y Jehová preguntó a Satanás: "¿de dónde
vienes?". Y Satanás respondía a Jehová diciendo: "de recorrer la
tierra y es andar por ella". Y Jehová pre¬guntó Satanás: "¿No te has
fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, un hombre
íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado de! mal?". Y Satanás
respondió a Jehová diciendo: "¿acaso no le has protegido a él, a su
fa¬milia y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has bendecido, y sus
pose¬siones se han aumentado en la tierra. Pero extiende, por favor, tu mano y
toca todo lo que tiene, y verás si no te maldice en tu misma cara! Y Jehová
respondió a Satanás: "He aquí, todo lo que él tiene está en tu poder.
Solamente no extiendas tu mano contra él. Entonces Satanás sal¬ió de la
presencia de Jehová"
En el
versículo 10, es obvio que Job está seguro en las manos de Dios. La queja de
Satanás es el cercado de protección que Dios puso alrededor de Job. En el
versículo 11, Satanás desafía a Dios a tocar a Job en todo lo que este tiene.
Dios responde a Satanás diciéndole que le pone en sus manos. Ahora bien, ¿está
Job en las manos de Dios o en las de Satanás? Si usted ha entendido estos
versículos entonces sabe que Job está tanto en las manos del uno como del otro.
Sin embargo, también ha entendido que la mano de Dios está por encima de la de
Satanás y la mano de Satanás solo puede hacer lo que la mano de Dios le deja.
En realidad Job nunca dejó de estar en las manos de Dios aunque el diablo le
estaba proban¬do. La única diferencia está en el que Dios aflojó hasta cierto
grado el cercado que había puesto alre¬dedor de Job.
Todo Venía
De Dios
Ya sabemos
todos, el resto de esta historia. Un siervo informa a Job que los Sabeos
robaron todos sus bueyes y mulas y luego mataron a todos los sir¬vientes.
Mientras ese siervo habla, llega otro y dice que un fuego cayó del cielo y mató
a todos los bo¬rregos y a los pastores que los cuidaban. Un tercer siervo
aparece inmediatamente y da el reporte de que los caldeos robaron todos los
camellos y también mataron a los sirvientes. En menos de 60 segundos Job es
informado de que está en bancarrota. Pero antes de terminar de hablar el tercer
siervo, llega otro con la noticia de que todos los hijos de Job habían muerto a
consecuencia de un gran viento que destruyó la casa donde comían. Los
siguientes versículos nos dan la respuesta de Job a estos even¬tos terribles:
"Entonces
Job se levantó, rasgó su man¬to, y se rapó la cabeza; se postró a tierra y
adoró. Y dijo: desnudo salí del vientre de mi Madre, y desnudo volveré a ella.
Jehová dio, y Jehová quitó ¡Sea bendito el nombre de Jehová! En todo esto Job
no pecó ni atribuyó a Dios despropósito alguno —Job. 1:20-22.
Observe que
Job nunca mencionó a Satanás, más bien atribuye todo a Jehová. Dios le habla
dado todas las ovejas, bueyes, camellos, mulas etc., a Job y por eso Job sabia
que el mismo Dios se los había quitado. ¿Pero qué de los hijos de Job? Job
declara que su nacimiento y su muerte son de Dios, man¬tiene su confianza en el
control soberano de Dios y es su promesa, aunque su mundo personal se le viene
encima.
Debemos
penetrar el sentido de lo que pasa en la vida de Job: Satanás y Dios están en
contienda, eso es claro, pero Job no sabe esto. Y nosotros sólo sa¬bemos esto
porque la Biblia nos revela el trasfondo de la escena. Vemos y oímos el
desafío. Entende¬mos que la vida y el corazón son el campo de batal¬la.
¿Triunfará la Gracia de Dios en el corazón de Job a pesar de las duras pruebas
que ese hombre experimenta? Nosotros leemos la historia y sabemos lo que le
pasa, pero Job no sabía lo que ocurría entre Dios y Satanás. Job no poseía una
explicación racio¬nal o teológica de lo que le pasaba, sólo tenía una confianza
firme en su Dios soberano y santo.
El ganador
de la lucha del capitulo uno es e$ poder de la Gracia de Dios. Job mantuvo su
fe y su integri¬dad. El capítulo dos empieza con el mismo diálogo entre Satanás
y Dios. Sin embargo, cuando Dios de¬safía a Satanás por segunda vez, le
fastidia re¬cordándole que Job permaneció verdadero y fiel a pesar de sus
terribles aflicciones:
"Jehová
preguntó a Satanás: —¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como
él en la tierra: un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del
mal; y que todavía se aferra a su integri¬dad a pesar de que tú me incitaste
contra él para que lo arruinara sin motivo?” — Job.2:3.
Fíjese en lo
que el versículo dice: en primer lugar, es Dios mismo, quien está
"contra" Job, mandándole las aflicciones. Aunque sea verdad que
Satanás le llevó esas aflicciones, sin embargo Dios es el que los mandó. Es de
vital importancia que veamos la se¬gunda verdad del texto: Dios se movió contra
Job sin ninguna razón para hacerlo. Las aflicciones no ten¬ían nada que ver con
el comportamiento de Job. Job fue usado para comprobar algo, sin tener conocimiento
él de lo que estaba pasando. Job demostró y comprobó la suficiencia de la
Gracia de Dios al pa¬sar aflicciones que parecen no tener explicación.
Job Pierde
Su Teología
Una de las
pérdidas más notables de Job fue la de su teología. Sus amigos le recordaron
que él había di¬cho que Dios bendice a los buenos y juzga a los malos. Si esto
fuera la verdad, entonces ¿cómo se explica lo que le pasaba? y, ¿cómo se
reconcilia su teología con la situación que le sucedía? Alguien ha dicho:
"el libro de Job escribe por primera vez que la teología ortodoxa es
confrontada con una si¬tuación que no es capaz de manejar". Un himno
inglés fue escrito comprendiendo esta situación:
"Cuando
por todo alrededor mi alma se desvanece, entonces él es toda mi esperan¬za y
permanencia; su juramento, su pacto, su sangre me sostienen en el diluvio que
me sobreviene".
Hay veces
cuando todo lo que nos rodea se nos viene encima y no nos queda nada sino Dios.
Nos apoyamos en el conocimiento de su carácter y su pacto con nosotros. Toda nuestra
teología y toda nuestra experiencia no son suficientes para hacemos percibir y
explicar los caminos de Dios. Sin embar¬go, aunque no comprendamos podemos
confiar en que Dios es santo, justo y fiel en todos sus tratos con nosotros.
Esta es la comprensión que Job tenía.
Los eventos
espantosos comprobaron que la fe de Job era germina y que Dios merecía su
confianza.
Satanás
ahora responde a Dios quien le fastidió por¬que le recordó de su fracaso al no
poder lograr que Job renunciara su confianza en él. Veamos los versículos que
nos cuentan de este diálogo:
"Y
Satanás respondió a Jehová dicien¬do: -¡Piel por piel! Todo lo que el hombre
tiene lo dará por su vida. Pero extiende, pues, tu mano y toca sus huesos y su
carne, y verás si no te maldice en tu mis¬ma cara-. Y Jehová respondió a
Sa¬tanás: -He aquí, él está en tu poder; pero respeta su vida-. Entonces
Satanás salió de la presencia de Jehová e hirió a Job con unas llagas malignas,
desde la planta de sus pies hasta su coronilla. Tomaba un pedazo de tiesto para
rascarse con él, y estaba sentado en medio de las cenizas" —Job.2:4-8.
Satanás
todavía estaba convencido de que Job era un hipócrita. Culpa a Dios por no ser
justo en esta con¬troversia y de proteger a Job de cualquier dolor per¬sonal.
Es una cosa perder posesiones y ver a otros sufrir, pero es otra experimentar
personalmente una molestia continua día y noche. Otra vez, hay algo en el
versículo que debemos notar: Satanás, hablando a Dios, dice: "...Extiende
tu mano y toca sus huesos y carne...", y en el versículo seis Dios
contesta: "He aquí él está en tu poder, pero respeta su vida". Dios
baja un poco la protección pero claramente señala los límites. Todavía es la
mano de Dios la que está en control, a pesar del hecho de que la mano de
Sa¬tanás es el emisario de la aflicción. Job nunca duda de que todo proceda de
la mano de Dios.
En el
versículo siete se ve a Job tomando un pedazo de alfarería y quitándose la
sustancia liquida que salía de las llagas malignas que ie cubrían todo el
cuerpo. Estas fístulas ulcerosas son extremadamente ¿olorosas. Job no podía
sentarse, pararse o acostarse cómodamente, sin sentir dolor en todo su cuerpo.
Por eso se sentó en las cenizas porque eran ¡o más mullido que encontraba.
¡Maldiga A
Dios Y Muera!
Los
versículos nueve y diez son de mucha instruc¬ción. Nos presentan un panorama de
la debilidad terrible de una fe que se basa en lo que se ve, y tam¬bién el
poder de una fe que contempla la mano so¬berana de Dios metida en todas las
cosas. ¿Cómo se sentiría usted si esto le fuera a pasar? ¿Cómo re¬spondería?
"Entonces
su mujer te dijo: —¿Todavía te aferras a tu integridad? ¡Maldice a Dios, y
muérete!- Pero él le respondió: —¡Has hablado como hablaría cualquiera de las
mujeres insensatas! Recibimos el bien de parte de Dios, ¿y no recibiremos
también el mal? En todo esto Job no pecó
con sus labios” —Job.2: 8-10.
Las
observaciones de la esposa de Job son típicas de un incrédulo y también de
aquel cristiano, dulce y sentimental, que piensa sólo en términos de
"amor" y rechaza la realidad. Y cuando nosotros ahora habla¬mos como
habló Job en respuesta a su esposa, y cuando declaramos los mismos principios,
luego nos llega un grito airado: ¡no me diga que usted cree que Dios está
envuelto en alguna manera en estas aflic¬ciones! ¡Yo nunca podría amar o servir
a Dios como tal!". Pocos tendrán el valor para decir lo que dijo la esposa
de Job, pero básicamente están de acuerdo con ella. En efecto están diciendo:
"Y amaré y con¬fiaré en Dios mientras él me provee todas las cosas
materiales que necesito para ser feliz. Pero si me manda aflicciones entonces
no confiaré en él" ¡Cuántas veces no ha dicho esto el diablo a un creyente
cansado y afligido! (Que maldigo a Dios). Y lo que hizo más dolorosa esta
declaración para Job es que provenía de su propia esposa.
Ahora bien,
antes de juzgar duramente a esa mujer, acuérdese que ella tenía que cuidar a
Job y escuchar sus quejas. Y esto no fue tarea fácil. Todos los hijos que
murieron eran también de ella y toda la riqueza que se perdió fue igualmente
suya.
La Esencia
De La Fe
La respuesta
de Job es única: "Recibimos el bien de parte de Dios, ¿y no recibiremos
también el mal?" Job no toleraba la herejía del dualismo. Dios es el autor
de todas las cosas sean buenas o malas. Job nunca podría haber sido un
"carismático" moderno con su punto de vista tocante a las
enfermedades o los problemas. Dado de que no hubiera podido soportar a los
predicadores de "la salud y la abundancia" que dominan en ciertos
círculos evangélicos.
Recuerde
lector que Job todavía no tiene ninguna explicación para tas cosas que le
suceden. Todo lo que sabe es que (1) dios na mandado cada una de las
aflicciones, y (2) que Dios tiene que tener una buena razón para mandarlas,
aunque Job no profun¬dizara en las razones. Esto mi amigo, es la esencia de la
fe bíblica en un Dios soberano y misericordio¬so. La cumbre de la fe de Job se
vislumbra en aquella gran declaración de Job. 13:15. Fíjese en todo el
contexto:
"Callad
delante de mí, y yo hablaré, me pase lo que me pase. ¿Por qué he de arrancar mi
carne con mis propios dientes? ¿O he de exponer mi vida en mi mano? He aquí,
aunque él me mate, en él he de esperar. Ciertamente defenderé ante su presencia
mis caminos. Esto también me será salvación, porque en impío no Ira a su
presencia. Oíd con atención mi discurso; oíd con vuestros oídos mi declaración.
He aquí que yo he prepara¬do mi causa, y sé que seré declarado jus¬to” —Job.
13:13-18.
Job tiene la
certeza de que será vindicado y será de¬mostrado que Dios no le ha estado
juzgando por ha¬ber pecado. Pero mientras, Job está preparado para confiar en
Dios venga lo que venga. Cuando dijo: "Aunque él me mate, en él he de
esperar", nos está diciendo: "Aunque él, quien tomó mi ganado, todos
mis hijos y mi salud, tome también el último paso quitándome la vida (algo que
está dentro de sus dere¬chos), todavía confiaré en él y creeré que es justo. No
creo que me está maldiciendo con estas aflic¬ciones, ni tampoco dejaré de creer
que algún día seré totalmente vindicado y feliz".
Ahora déjeme
divagar un momento sobre el tema para contemplar la peor parte de la tentación
de Job. El principal propósito del ataque de Satanás a Job era el de comprobar
una cosa: Satanás pretende que no hay tal cosa corno un "verdadero
creyente" que ama a Dios por lo que es. Los hombres sólo aman a Dios porque
les beneficia amarlo. Sí Dios no bendice al hombre, estos pronto renunciarán a
él y lo malde¬cirán. Esto es fácil de entender pero hay todavía otra tentación
que Job enfrenta. Job cree que Dios es el rey soberano del mundo. También cree
que le ha ser¬vido fielmente y es una persona íntegra. En ningún sentido
proclama ser sin pecado o sin culpa, pero si declara que ha amado a Dios y le
ha seguido con un corazón recto. Y si esto es ía verdad, entonces ¿cómo puede
Job explicar todas esas aflicciones? Obviamente no puede ni empezar a aclarar
el porque suceden.
Tratando De
Proteger
A Dios
La tentación
mayor que Job enfrentó era el de con¬fesar un pecado que no cometió para así
justificar a Dios por lo que le había hecho. EL carácter de Dios como justo y
honesto, quien recompensa el bien y maldice el mal, será protegido. Job tendrá
entonces una explicación teológica del porque Dios le había mandado los
problemas (porque así serán juicios y castigos), y sus amigos podrían animarle
a buscar la misericordia y la restauración, siendo que ya con¬fesó el pecado
que cometió en secreto. Seguramente si lo fuera a hacer, tendría que mentir, o
peor aún, el diablo ganaría el debate con Dios comprobando que Job era siempre
un mentiroso e hipócrita a quien sólo le interesaban las bendiciones
materiales. Hu¬biera sido mil veces más fácil ceder a la apariencia de las
cosas en vez de aferrarse a la realidad. Sería más fácil para Job
"proteger" a Dios con unas perogrulladas piadosas, en vez de
enfrentarse honestamente a los hechos incomprensibles con una fe intrépida en
Dios y en su carácter santo.
¿Y no es
esto la piedra de tropiezo de la cruz? ¿Cómo podría el Hijo amado sufrir tal
agonía sin que su Padre levantara la mano para ayudarle? Pero debo decirlo más
correctamente: ¿cómo podría un Padre santo, justo y amoroso inflingir él mismo
las heridas? La inhabilidad de los judíos de entender este hecho, es lo que
volvía para ellos las declara¬ciones de Cristo en blasfemias.
Suponga
lector que hubiera estado allá aquel día cuando aquellos hombres malos
apedrearon a Este¬ban. ¿Qué hubiera dicho usted si alguien le hubiera dicho
"Dios está en control de la situación y está uti¬lizando a estos hombres
despreciables para lograr sus propósitos?". Esteban así creía y expresó su
esperan¬za aún cuando le estaban apedreando injustamente.
La
Providencia:
Un Misterio
No tengo una
explicación del porque Dios deje que algunos de sus santos más selectos, sufran
persecu¬ciones y aflicciones. Sin embargo, es un hecho histórico y bíblico que
estas cosas pasan. Job, David, José y Esteban son ejemplos claros de la Palabra
de Dios. Fanny Crosby, Joni Erickson y muchos herma¬nos y hermanas de nuestro
círculo de amigos testifi¬can lo mismo. No nos pertenece el derecho de
interrogar a Dios y preguntarle "¿Porqué?". Ni tam¬poco podemos
nulificar los textos de la Escritura que enseñan una verdad que no nos parece
lógica. Por el otro lado es nuestra responsabilidad confiar en Dios aunque no entendamos
las circunstancias.
Había antes
un comercial en la televisión un poco estúpido que presentaba a un hombre
llamado el Sr. Whipple, quien regañaba a las mujeres por apretar con las manos
los rollos de papel higiénico para ver si eran suaves o no. Personalmente nunca
ob¬servé a nadie hacer eso en un supermercado pero sí he visto a personas
aplastar la fruta para ver si está madura o no. Creo que esto es lo que pasa al
pueblo de Dios también. Dios deja que el mundo nos de un apretón para ver de
que estamos hechos. Cuando Dios abre su corazón para comprender su admirable
Gracia, entonces abrirá usted su boca y empezará a testificar. Dirá que ha
encontrado aquel pan que sí satisface a su alma y que en verdad trae gozo a la
vida. Sin embargo, a veces el público es escéptico y deliberadamente nos prueba
para ver el grado de satisfacción que en realidad tenemos.
Cuando Dios
es doblemente misericordioso con no¬sotros y nos enseña la verdad de su
soberanía, noso¬tros muchas veces abrimos nuestras bocas para jactamos de tener
a un Dios quien controla a todos y a cada evento. Hasta ridiculizamos al pobre
dios débil del arminiano. Decimos: "nuestro Dios no de¬pende del hombre o
de la voluntad del hombre. Nuestro Dios soberano controla cada evento que
su¬cede en nuestras vidas". Ahora el mundo se vuelve muy sospechoso y
dicen "¿será que en verdad creen y confían en la soberanía de Dios? Vamos
a pon¬erles unos obstáculos y ver como responden". Mi amigo, ¿como
responde usted cuando le es quitado algo que a usted quiere y merece, por una
persona ofensiva y odiosa.
Si yo fuera
un buen artista, (y no lo soy), entonces podría pintar la superficie de un vaso
de vidrio para que pareciera que contiene agua de limón. Sin em¬bargo si tiro
el vaso entonces lo que hay en realidad dentro del vaso se derrama. Podría
contener leche o agua, pero desde afuera parecería tener agua de limón. El
proceso de tirar el contenido del vaso re¬vela lo que en realidad es.
Usted y yo
podemos pintarnos con una etiqueta de calvinista y ridiculizar a los arminianos,
pero la prueba convincente de nuestra fe en un Dios sobera¬no es como
reaccionamos cuando nos enfrentamos con los tropiezos y obstáculos de la vida.
Cuando esto le pasa a usted, ¿qué se manifiesta? ¿la gracia soberana o la carne
soberana? Mantener una teología correcta no es suficiente. Job en realidad
perdió su teología. Sus amigos le azotaban con su propia teología. "Job,
usted nos ha enseñado que Dios oye y con¬testa las oraciones de un hombre
recto, pero rehúsa oír la oración de un pecador. Y ahora qué." Dios no le
ha contestado y le han sobrevenido las aflicciones, ¿todavía quiere insistir en
que es recto? ¡Es usted un hipócrita! No quiere confesar su pecado y blasfema a
Dios con sus protestas. ¿Cómo puede reconciliar lo que le pasa con la teología
que sostiene?" ¿Como podría Job contestar tales acusaciones? No podría
negar que creía y enseñaba exactamente lo que ellos dijeron, ni tampoco podría
confesar un pecado que no había cometido. Job sólo podía responder: "No
puedo". La única cosa que le quedaba era callarse y esperar en Dios.
¡No Es
Justo!
Muchas veces
doy consejos a personas que han sido maltratadas. Con lágrimas me comentan
"¡pero pas¬tor, eso no fue justo!" Y yo siento tristeza por su
situación. También recientemente pasé por una ex¬periencia en la cual algunas
personas quienes yo amaba, y en quienes confiaba, me decepcionaron y mintieron
para mantener sus posiciones de autori¬dad. Su comportamiento era peor que una
campaña política. Fue una de las experiencias más difíciles de toda mi vida
cristiana. Mi corazón quiso gritar "¡pero Señor, ellos saben que están
mintiendo. Es todo tan cruel e injusto!"
Y ¿cuál es
el único consuelo que nos queda cuando "todo es tan injusto"? En
primer lugar, podemos acordamos de que Dios nunca nos indicó que todo iba a ser
justo. En realidad, si poseemos la perspica¬cia para comprender la Palabra de
Dios y tomar en serio su mensaje, entonces nos daremos cuenta de que lo impíos
no pueden proceder con justicia.
No era justo
que echaran a Jeremías en un hoyo. No fue justo que los hermanos de José le
vendieran como esclavo. No fue justo que Esteban fuera ape¬dreado o que Nerón
echara a los cristianos a los leones. Muchas cosas horrendas e injustas suceden
a cristianos piadosos y rectos (vea Heb. l 1). Pero, ¿de dónde sacamos la idea
de que debemos esperar que todo sea justo? Este mundo no es amigo de la Gracia
de Dios en ningún sentido. Lea Mateo 10:16-24, y luego pregunte si puede, el
por qué nada es justo. Sí, seremos apresurados, pero nunca probados por enci¬ma
de nuestra capacidad de resistir. Si Dios escoge que seamos echados a los
hornos, soportaremos como buenos soldados y mostraremos el poder de su Gracia.
Hermano, ¡oremos que nos dé la Gracia nece¬saria para creer y decir
"recibiremos bien de las manos de Dios y no también el mal?" Entender
estos seis principios de la Palabra de Dios y aplicarlos a nosotros mismos nos
ayudará grandemente para orar así.
Uno de mis
himnos favoritos contiene la verdad de lo que le he tratado de decir. Es
titulado
TODO LO QUE
MI DIOS ORDENA ES JUSTO:
Todo lo que
mi Dios ordena es jus¬to.
Su santa
voluntad permanece; Seré tranquilo al contemplar su obra,
Y seguirle
donde me guíe; El es mi Dios, aunque oscuro sea mi camino,
El me
sostiene para que no cai¬ga:
Por eso a él
confío todo.
Todo lo que
mi Dios ordena es justo
El nunca me
decepcionará; Me guía en el sendero correcto;
Sé que no me
abandonará: Recibo contento lo que él me mandó;
Su mano
puede borrar mis pe¬nas, Y con paciencia espero su día.
Todo lo que
mi Dios ordena es justo:
Aunque la
copa que ahora tomo, Sepa amarga a mi corazón débil,
La tomo sin
miedo: Mi Dios es fiel; cada mañana nue¬va
Dulce solaz
llena mi corazón, Y las penas y el dolor se marchan.
Todo lo que
mi Dios ordena es justo: Aquí manifestaré mi convicción;
Aunque la
tristeza, necesidad o muerte sea mi suerte, No estoy desamparado;
El cuidado
de mi Padre me ro¬dea;
El me
sostiene para que no caiga;
Y por eso le
confío todo.
***
Cristiano
¡he aquí su Dios! Esté confiado y tenga esperanza. Si no es usted cristiano,
entonces recuerde que este es el Dios contra quien usted se rebela. ¿Cómo puede
ser tan insensato y necio para lucha
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